La maldita hemeroteca de la Ministra Montero y Fernando Simón
Algunos dirán que la hemeroteca deja al descubierto las vergúenzas de cualquiera en esta pandemia. Pero la realidad es que no deja en evidencia a todos por igual ni mucho menos. Hoy creemos que merece la pena releer este artículo que publicamos hace 12 meses, concretamente el 5 de marzo de 2020. En él veréis como ya algunos advertíamos de la gravedad de lo que se nos echaba encima, mientras nuestros políticos seguian con el mantra de que el coronavirus era como una gripe normal pero que mata menos. Lo más indignante es que esa desinformación no provenía sólo de politicuchos ignorantes de medio pelo, sino de personas como la mismísima Ministra de Hacienda y Portavoz del Gobierno, Maria Jesús Montero. Y con el agravante de que esta señora no sólo era (y es) doblemente ministra sino también médica y cirujana, con un largo historial de hospitales bajo su dirección como el H. Universitario Virgen de Valme o el H. Universitario Virgen del Rocío. O por ejemplo lo que decía en aquel entonces el popularísimo e incombustible Fernando Simón, nada menos que médico epidemiólogo, que nos decía que las mascarillas no nos protegían de ninguna manera y que no debíamos usarlas porque la gente se burlaría de nosotros.
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Por su formación médica, difícilmente podemos pensar que esas temerarias palabras de nuestros dirigentes eran fruto de su ignorancia, sino obviamente de su mala fe. Como nosotros mismos demostramos en este artículo, no hacía falta ser médico para ver la pandemia que se nos venía encima ya a principios de 2020. El mero sentido común y la información que analistas y prestigiosos epidemiólogos extranjeros publicaban estaban al alcance de cualquier persona que se quisiera informar más allá de nuestros telediarios. Merece la pena releer a continuación ese artículo de hace un año para recordar las vergonzosas manifestaciones de las autoridades españolas. Porque no todos vivíamos en la inopia en ese momento, algunos advertíamos inequívocamente de la gravedad de la situación y del riesgo de no tener ni siquiera una recuperación económica en forma de U en España si no tomábamos medidas drásticas inmediatas. Releerlo un año después, con más de 100.000 españoles fallecidos (68.000 según las cifras oficiales), no tiene desperdicio:
«Las mentiras del gobierno y las autoridades sanitarias españolas respecto al coronavirus.» (5 marzo 2020)
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Es lamentable ver las diferencias en el manejo de la situación de emergencia en la pandemia del coronavirus entre los distintos países en todo el planeta. Pero lo preocupante es la actitud de las autoridades políticas y sanitarias españolas ante esta crisis, puesto que se esfuerzan una y otra vez en tergiversar los hechos y los datos para minimizar su cruda realidad. Una mezla de cobardía y paternalismo mal entendido que justifica, a ojos de algunos, la ausencia de la toma de decisiones valientes. El empeño de las autoridades españolas por engañar a la ciudadanía contrasta tristemente con las realistas y serias advertencias de otros gobiernos y organizaciones sanitarias mundiales.
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La propia Ministra Portavoz del Gobierno Maria Jesús Montero ha declarado en distintos medios de comunicación, y sin ningún rubor, que el Covid-19 no es más que una “nueva gripe, parecida a la gripe habitual y con un porcentaje de mortalidad incluso más bajo que el de la gripe normal” (por ejemplo en el minuto 10 de la siguiente entrevista que le hicieron en RAC1 la pasada semana).
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La lamentable realidad es que la mortaldad de este virus es muy superior al de la gripe estacional. Y cualquier científico bien informado, cuyo rigor no se vea contaminado por las consignas políticas del gobierno, admitirá cifras estadísticas entorno a 3 o 4 fallecimientos por cada 100 infectados. Algunas autoridades españolas manejan cifras de mortalidad de gripe normal del 2%, pero respecto a ingresados en hospitales y no respecto a infectados, inflando así la tasa de mortalidad y haciéndola incomparable con la del Covid-19. Por otro lado, también maliciosamente, proclaman que la mortalidad del coronavirus es del 0,7%, tomando las cifras de muertes resepecto a infectados justo al inicio de la epidemia en Europa, con lo cual los enfermos que van a morir todavía no lo han hecho. Para dejar aún más en evidencia a la ministra, ahí va la comparativa oficial entre la tasa de mortalidad de la gripe común y el Covid-19 de la CDC norteamericano:
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Las cifras con mayor fiabilidad estadística las encontramos en China, donde hay mayor número de casos de coronavirus y más antiguos. Y esas cifras están hoy en el 3,75% de mortalidad: 3012 muertos respecto a 80409 infectados. Desgraciadamente una fracción de los infectados hoy también morirá, mientras que los nuevos contaminados tienden ya a la baja, por lo que este porcentaje también tiende a aumentar aprox. en un 0,04% diario, como lo ha hecho en los últimos días. Es decir, que si damos por creíbles las cifras oficiales en China, la mortalidad efectivamente se aproxima espantosamente al 4%. Y si no creemos las cifras oficiales (personalmente sí las creemos) y pensamos que el gobierno chino está maquillando la mortalidad, apaga y vámonos. Podéis seguir la evolución diaria de las cifras oficiales en China en esta página de Wikipedia, y las cifras oficiales del resto del mundo en esta otra.
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Sin embargo, algunas noticias que muchos tachan de tremendistas, infodemia o de fake news, sí están en consonancia con lo que se publica en la mayoría de medios internacionales con timelines al minuto de cualquier novedad respecto al coronavirus, y no escatiman medios ni adjetivos para mantener a la población de sus respectivos países en estado de alerta y emergencia sanitaria. Porque ese estado de alerta y de emergencia es cierto que castiga la economía a corto plazo, pero salva vidas. Así pues, países como los EE.UU., donde hoy por hoy la propagación del virus es todavía proporcionalmente inferior a la de España, están dando instrucciones inequívocas a sus ciudadanos para que estén preparados ante un inminente confinamiento o situación de emergencia que les impida por ejemplo ir a trabajar, llevar a sus hijos a la escuela o simplemente ir a comprar al supermercado o a la farmacia. Y es que, tasa de mortalidad aparte, lo que está muy claro es que este coronavirus es muy contagioso, y es imparable su extensión por todo el planeta. Por eso los gobiernos responsables alertan y preparan a sus ciudadanos para una infección masiva. Según los cálculos del profesor de Epidemiología de Harvard Marc Lipsitch, entre un 20 y un 60% de la población mundial se va a infectar del coronavirus si no tomamos medidas drásticas como ha hecho China y/o no surge un fármaco eficaz y viable para todo el mundo. Y a la espera de ese fármaco, nuestra única opción es ralentizar la pandemia. Eso supone, aún con tasas de mortalidad optimistas, millones y millones de muertes en todo el planeta, con un coste a todos los niveles brutal. Qué contraste con las declaraciones happy flowers de nuestros ministros y portavoces sanitarios que siguen hablando de “nueva gripe que mata menos que la gripe normal”, verdad?
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Es innegable que una alerta realista sobre la que se nos viene encima hace que la población modifique radicalmente su actividad habitual, y con ello se desploma el consumo, la productividad y por tanto la economía, como ha sucedido en China. Pero unas medidas valientes (aunque tardías) como las que ha tomado e implementado con rigor marcial Xi Jinping, van a salvar la economía de su país a medio y largo plazo. Porque una epidemia descontrolada, con la tasa de mortalidad que conlleva este coronavirus, afectaría muchísimo más a la economía a medio plazo que el desplome a corto. Económicamente podríamos ver una caída y recuperación de la economía en forma de V, pero sin medidas valientes por parte de las economías desarrolladas, ya de por sí anémicas de crecimiento, en Occidente ni siquiera veremos una recuperación en U.
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En Italia la epidemia nos lleva unas pocas semanas de adelanto, y ayer se tomó la decisión, aunque tardía, de cerrar todas las escuelas y universidades del país. En cambio en España, a pesar de reconocer al menos 3 infecciones en niños en edad escolar, no se plantea (aún) el cierre de los centros educativos. Pero no solo eso, sino que en uno de los casos fue la madre quien insistió una y otra vez en que le hicieran el test del coronavirus a su hija, mientras las autoridades sanitarias le seguían diciendo que buscasen algún familiar (ya que padre y madre debían quedarse en casa por estar infectados) que la llevase al colegio normalmente! Qué chapuzas estamos haciendo en un tema tan serio en el que nos jugamos todos tantísimo! Porque el hecho de los niños y jóvenes en su inmensa mayoría superen la infección con síntomas leves o incluso asintomáticos, no impide en absoluto que esos niños y jóvenes infecten a sus padres, abuelos y profesores. Colectivos todos ellos que sí van a sufrir graves consecuencias y cuya mortalidad es muy alta, como hemos visto anteriormente. Además, resulta absurdo tratar de contener la epidemia manteniendo en sus casas a padres infectados y dejando circular libremente a sus hijos, también infectados aunque muchos sin saberlo, en las ecuelas, autobuses y demás entornos con los que se relacionan habitualmente.
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Otro ejemplo: En España las autoridades se han esforzado lo indecible para recalcar que los contagios existentes no eran comunitarios (contagiados locales) sino importados, de Italia, China, etc. Remarcaban insistentemente que eso era un detalle importantísimo, tratando de convencer a la población de que España estaba en una situación perfectamente controlada puesto que nuestros contagios eran todos importados, obviando que solo es cuestión de tiempo que se produzcan, como así ha sido, contagios comunitarios en España. No obstante, ante contagios cuyo origen no es importado, las autoridades españolas aún los califican como de “orígen desconocido”, sin reconocer aún que son contagios ya comunitarios, es decir locales.
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En cambio, en Reino Unido, a pesar de tener a día de hoy menos infectados que en España, ya advierten claramente a la población de que los contagios comunitarios van a ser una realidad inminente y que la población debe ser consciente de ello para poder estar más preparada.
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Incluso en las universidades norteamericanas se advierte claramente de que si el estudiante aprovecha la pausa de primavera o spring break (parecido a lo que serían las vacaciones de Semana Santa en España) para salir del país o visitar zonas con elevada incidencia del virus, van a tener problemas para ser readmitidos de vuelta, a no ser que se mantengan en cuarentena de dos semanas en una localización apta antes de volver a sus habitaciones del campus. Vamos, igualito que aquí…
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La situación es muy grave, porque a menos de que en pocos días surja una medicación que reduzca drásticamente la mortalidad y sea viable su administración masiva, lo que está ocurriendo en Italia va a ser solo la punta del iceberg en el resto de Europa. Y ni los servicios sanitarios (ya desbordados en Italia), ni la logística de suministros de primera necesidad van a poder hacer frente a un contagio masivo. Por eso es vital tomar medidas valientes de bloqueo y aislamiento como ha hecho China, a pesar de que ello suponga el desplome a corto plazo de la economía. Sin embargo, la primera decisión que tomó la UE fue eliminar de la mesa la opción de cerrar fronteras intraeuropeas, allanando así la libre circulación de europeos y del Covid-19 desde Lisboa hasta Berlin. Sí, esas mismas fronteras intraeuropeas que en cambio no dudaron en cerrar, suspendiendo unilateralmente el acuerdo de Schengen, cuando los refugiados llegaban por millones al corazón de Alemania.
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La paradoja a la que se enfrentará ahora China es que deberá seguir cerrando sus fronteras (a personas, que no a mercancías) para evitar que, una vez controlada su epidemia doméstica, no les infecte de nuevo el virus, procedente ahora de países como los europeos donde la infección estará descontrolada por culpa de decisiones políticas tardías y cobardes. Por ello veremos antes la recuperación del valiente gigante asiático que la de la vieja y cobarde Europa, lo cual supone una oportunidad de inversión extraordinaria, como ya avanzamos en “Las cifras realistas del coronavirus y las oportunidades de una lamentable crisis“. China comienza su senda back to business. Y además lo hace habiendo adquirido un know-how tecnológico para manejar próximas crisis sanitarias impagable, como podemos leer en este artículo de WeekInChina.
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En definitiva, el manejo de la información y las alertas hacia la ciudadanía dicen mucho de cada país. Y por desgracia en España tenemos unas autoridades que se preocupan más del pan para hoy que de las muertes y el hambre de mañana. Centran los esfuerzos comunicativos del Estado en mantener en la inopia a la población, que en consecuencia vive sin previsión alguna ante una emergencia sanitaria, o sea sin acopio de alimentos y medicinas ni plan de contingencia familiar y personal alguno. Incluso el Director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias, Fernando Simón, ha llegado a decir que ir con mascarilla por la calle es contraproducente porque la gente se reiría de nosotros o creerían que estamos infectados, insistiendo una y otra vez en que las mascarillas no nos protegen ante la infección de ninguna manera. Y a continuación admitiendo con la boca pequeña que si la población compra mascarillas, los profesionales sanitarios no tendrán suficientes, evidenciando que son un elemento de protección eficiente y necesario. Recordemos que en países como China son obligatorias las mascarillas para toda la población en las zonas de riesgo y se castiga a quienes salen a la calle sin ellas. Otros gobiernos como el francés o el alemán directamente confiscan o prohíben exportar mascarillas para que sus profesionales sanitarios puedan disponer de ellas, sin tratar de imbéciles a sus ciudadanos diciéndoles que no sirven para protejer de la infección y que harán el ridículo si se ponen una.
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Es cierto que algunos lectores jóvenes y sanos podrán tachar este artículo de tremendista, pero deberían tener en cuenta que a pesar de que ellos superarían la infección sin apenas síntomas, probablemente contagiarían mortalmente a otras personas con menos salud y juventud de su entorno familiar y profesional, o simplemente desconocidos con los que compartan por ejemplo un mero transporte público. En fin, mejor seguir informándonos en medios internacionales y preparándonos para lo peor, mientras cruzamos los dedos para que tengamos pronto una medicación al alcance de todos que reduzca la mortalidad real a los niveles de una simple gripe.
Hasta aquí lo que escribimos hace ya un año. Tremendo, verdad?