La Eurozona ha muerto: Viva Europa.
La Eurozona como tal no tiene futuro, puesto que la decisión final de los países solventes del norte es la de apartarse y que cada palo aguante su vela. De ese modo, sin esa tan cacareada solidaridad europea prometida por los políticos, que ha resultado ser tan ingente como imposible, las diferencias económicas entre el corazón europeo y la periferia no hacen más que ampliarse. Y a nadie se le debería escapar que la esencia fundacional de la moneda única y de la Eurozona era precisamente esa convergencia económica que hoy se ha convertido en una divergencia creciente e imparable. Sin esa convergencia de las cifras macroeconómicas de cada Estado, no es posible cohabitar en una misma moneda, un sólo banco central ni una misma política monetaria. Y los ideólogos como Miterrand o Helmut Kohl sabían que la Europa que ellos soñaron sería convergente económicamente, o jamás podría llegar a ser.
El proceso de involución europea además se ve reforzado por el hecho de que desde hace ya un par de años, y de manera muy sutil, la deuda pública, tan interconectada entre Estados periféricos y bancos de toda la Eurozona, se ha venido reduciendo de manera discreta pero radical. Por eso, el riesgo de contagio multinacional de la insolvencia, ante caídas en las cotizaciones de los bonos periféricos, es y va a ser cada vez menor. ¿Quién compra esa deuda soberana local de la que poco a poco se van deshaciendo los inversores extranjeros? Pues lógicamente se la van quedando los bancos locales de cada país, a cambio de que el BCE siga cambiándoles esos papelitos soberanos por dinero fresco en ventanilla. Esa barra libre está sutilmente condicionada a que, cada vez más, cada palo aguante su vela, o sea que cada sistema bancario nacional sea el que soporte el endeudamiento de su respectivo Estado. Así, en caso de quiebra, el contagio es asumible.
El escenario por tanto ha ido cambiando en los últimos dos años, y el corralito de Chipre ha supuesto otra inflexión al demostrar públicamente que los «bail-out» a partir de ahora serán «bail-in». Es decir, que los rescates ya no se realizarán con dinero europeo sino con dinero local, de los bolsillos de los habitantes de cada país en problemas. Como si se tratase de Estados absolutamente independientes, sin atadura ni unión supranacional con lo que un día se llamó Eurozona. Y por tanto las ayudas externas, procedentes del resto de socios europeos, tenderán a desaparecer, como no podía ser de otro modo, ya que se basaban en el dinero real de los 4 países ricos y las promesas absurdas de dinero que no existe del resto de europeos pobres.
El eufemismo utilizado esta vez es «recapitalización directa» de la banca. El Eurogrupo alcanzó esta semana en Dublin un acuerdo en este sentido, por el cual el ESM (o MEDE), quedará eximido de buena parte de sus «obligaciones de rescate» de los bancos periféricos. El orden establecido legalmente ahora es el de confiscar antes a los accionistas, preferentistas, poseedores de deuda sénior y depositantes y demás tenedores de productos bancarios. No se resolverán otras dudas, como la retroactividad de este acuerdo o la limitación del uso de los fondos del ESM, antes de Junio. Por tanto las sombras e inseguridad jurídica de la periferia europea sigue siendo como para salir por piernas. Y la gran incógnita sigue siendo el orden en el que los activos de la población se afectarán cuando nos toque el turno a los españoles y no haya suficiente con el dinero de los accionistas, preferentistas (el valor de éstos es ya casi cero), bonistas y depositantes. Aviso a navegantes.
Ciñámonos pues a los hechos:
- Las economías de la Eurozona divergen cada día más, puesto que el endeudamiento y la desconfianza en su insolvencia les hunde, nos hunde, en la miseria irremediable. Mientras, Alemania y sus satélites se mantienen en unas cifras tristes, como en el resto del mundo desarrollado, pero envidiables, lo cual les aleja cada vez más de la caída libre de las nuestras.
- Los tenedores de la deuda pública impagable de la periferia, cada vez son más nacionales. Gracias a las LTROs y demás barras libres encubiertas del BCE, los bancos locales han ido acaparando la deuda nacional, y liberando así de manera sutil pero constante al resto de países de sufrir las consecuencias desastrosas de defaults, quitas o caídas en las cotizaciones (aumentos de las respectivas primas de riesgo) de la deuda periférica. Por tanto, el riesgo al temido y temible contagio de toda la Eurozona, cada vez se ha reducido más y más, dejando la vía más libre al desenlace vía fallida, default o el eufemismo a elegir que esté de moda.
- Los agujeros de insolvencia bancaria y/o soberana de cada país periférico se saldarán con los ahorros e inversiones de sus propios residentes. El camino a seguir ha quedado claro. Cada pueblo pagará endogámicamente sus excesos expropiándole el dinero directamente de sus bancos, en definitiva de allá donde esté y haya suficiente.
Llegados a este punto, os resultará muy revelador leer este fragmento del artículo en el que Martin Wolf de Financial Times nos avanzaba su Euroescepticismo hace ya un par de años:
“The eurozone, as designed, has failed. It was based on a set of principles that have proved unworkable at the first contact with a financial and fiscal crisis. It has only two options: to go forwards towards a closer union or backwards towards at least partial dissolution. This is what is at stake. The eurozone was supposed to be an updated version of the classical gold standard. Countries in external deficit receive private financing from abroad. If such financing dries up, economic activity shrinks. Unemployment then drives down wages and prices, causing an “internal devaluation”. In the long run, this should deliver financeable balances in the external payments and fiscal accounts, though only after many years of pain. In the eurozone, however, much of this borrowing flows via banks. When the crisis comes, liquidity-starved banking sectors start to collapse. Credit-constrained governments can do little, or nothing, to prevent that from happening. This, then, is a gold standard on financial sector steroids. The role of banks is central. Almost all of the money in a contemporary economy consists of the liabilities of financial institutions. In the eurozone, for example, currency in circulation is just 9 per cent of broad money (M3). If this is a true currency union, a deposit in any eurozone bank must be the equivalent of a deposit in any other bank. But what happens if the banks in a given country are on the verge of collapse? The answer is that this presumption of equal value no longer holds. A euro in a Greek bank is today no longer the same as a euro in a German bank. In this situation, there is not only the risk of a run on a bank but also the risk of a run on a national banking system. This is, of course, what the federal government has prevented in the US.“
Sin una unión bancaria, y con la voluntad de que cada país soporte su deuda y la devuelva a base del dinero de sus ciudadanos, la moneda única ya no es única. No es ni será lo mismo un euro en un banco chipriota, que un euro depositado en un banco español ni uno depositado en un banco en Alemania. Del euro chipriota sólo quedan 40 céntimos, y además están bloqueados en su corralito particular. El Euro español no está bloqueado aún, pero potencialmente deberá soportar el recorte para sufragar la deuda que no puede devolver ni el Estado español ni si sistema bancario. Y en cambio, el alemán no sólo permanecerá íntegro, sino que además su cotización respecto al USD u otras divisas que se hayan imprimido alegremente tenderá a subir. Como veis, ya en la actualidad, el Euro ha dejado de ser una moneda única, y ha pasado a ser una moneda de valor y libertad de circulación muy variable en función del país donde esté depositada. Lógicamente hay otras variables que influyen en el porvenir de cada Euro, como explicamos en nuestro último artículo. Por tanto es esencial el trato que le demos a la gestión de nuestro patrimonio en la actualidad.
Parece claro pues que el proyecto de la Eurozona y su moneda única, ha entrado en un proceso involutivo, cuyo resultado puede ser la Europa de siempre: Un Babel cultural y ancestral, capaz de lo mejor y de lo peor. Capaz de guerrear cruelmente hasta el punto de involucrar al resto del mundo en sus miserias, sólo que actualmente las armas y las invasiones violentas se han substituído por los dominios y sometimientos financieros sobre los más débiles y menos solventes. Estamos dejando atrás una Eurozona utópica e inviable para volver a la vieja Europa diversa y divergente.
Finalmente os dejo con una pincelada de sabiduría de Sir Arthur Conan Doyle, que creo que tiene mucho que ver con el momento por el que atraviesa Bruselas.:
“Una vez descartado lo imposible, lo que queda, por improbable que parezca, debe ser la verdad.“
[…] ser solvente por sí misma pero que está muy lejos de conseguirlo. Porque lo sucedido en Chipre dejó bien claro que nadie está dispuesto a subvencionar (rescatar) por más tiempo a países sin divisa ni […]
España, S.A. 11/04/2013