Burbuja periférica: La tormenta perfecta.
Philippe Legrain es autor de varios libros, como por ejemplo «Open World: The truth about globalisation«, y también ha sido y es una persona muy influyente en la política económica de la UE. No en balde ha sido asesor principal y jefe del equipo de analistas del Bureau of European Policy Advisers para el Presidente de la Comisión Europea José Manuel Durao Barroso. Y como tal, ha liderado el equipo que ha asesorado directamente la política estratégica económica de la UE.
Pues bien, desde su privilegiada perspectiva, Legrain ha publicado recientemente en el Financial Times un artículo titulado «Los inversores están ignorando los riesgos de la Eurozona«, que concuerda con nuestra opinión que hemos reiterado en diversos artículos acerca del espejismo de bonanza que están cotizando los Mercados respecto a las economías periféricas europeas: «Mátrix y los brotes verdes«, «La doble moral de las burbujas«, y otros muchos.
A continuación os dejamos con una traducción y comentarios libres del artículo de Legrain:
El yield de los bonos periféricos está alcanzando proporciones de burbuja. Los mercados inundados de liquidez camuflan tanto como exacerban los problemas económicos y la insolvencia a largo plazo. Los inversores y los políticos ya deberían haber aprendido esa lección en los años de burbuja pre-crisis. Sin embargo han pasado del pánico histérico a la complacencia miope en menos de dos años.
Pero la crisis de la Eurozona está lejos de acabarse y los Mercados están descontando con excesivas esperanzas que el BCE abrace de manera inminente políticas de Quantitative Easing, al estilo Reserva Federal norteamericana.
Los yields de la deuda soberana de la periferia han caído en picado desde que Mario Draghi dijo aquello de que haría «lo que hiciera falta» para salvar el Euro, allá por Julio 2012. Sin embargo, mientras el aumento de precio (caída de yield) inicial de la renta fija periférica soberana fue bienvenida y en cierto modo justificada, el posterior y épico rally del último año los ha disparado hacia territorio burbujeante.
Sí, las perspectivas han mejorado respecto a hace un año. El sur de Europa ya no espera inyecciones externas y por fin vuelve a crecer (sic). Pero en la desesperada búsqueda de rendimiento, los inversores están ignorando los riesgos aún existentes. La crisis bancaria está aún por resolver. La deuda pública sigue aumentando. Y la recuperación (sic) sigue muy débil.
Indudablemente, con una inflación negativa y precios cayendo en algunos países periféricos, el crecimiento del PIB apenas se logra. De hecho fue negativo en un -1,2% en Irlanda y otro -1,2% en España en 2013 (posteriormente el español subió +0,3% en el 1r trimestre 2014) y +0,1% en Italia en 2013. Por tanto la Eurozona necesita conseguir y mantener crecimientos positivos durante décadas para estabilizar su endeudamiento. Un panorama muy complicado.
La situación de deuda en la periferia es como mínimo precaria. Y precisamente porque el pánico del caos financiero inminente (default, ruptura del euro, etc.) se ha reducido (primas de riesgo en mínimos), las políticas en los países con un desempleo brutal y un endeudamiento aterrador, pueden desestabilizarse y volver a las turbulencias de los pasados años con gran facilidad.
Sin embargo, incluso con una economía estancada y sin reformar, políticos y gobiernos inestables, y deuda pública del 133% del PIB, Italia puede hoy colocar deuda a 10 años al 3%, lo que supone récord mínimo desde que existe el Euro. Lo mismo le ocurre a España, batiendo récords de yield del año 2005, cuando su economía estaba en plena burbuja.
En Irlanda, los yields a 10 años se han hundido hasta un mísero 2,89%, sólo 20 bp por encima de los Treasuries norteamericanos. Y eso con una economía que se estancó en el cuarto trimestre del pasado año, con deuda del 150% de su PIB, y que hace tan sólo 4 meses que salió del programa de ayudas de la UE/FMI.
El bono portugués con rating de bono basura paga sólo el 3,60%, sensiblemente menos que el 4% que el Mercado le exige al bono triple A de Australia.
Incluso la quebrada Grecia, que reestructuró su deuda en manos privadas hace tan sólo 2 años y que debe una montaña más de millones a la UE y al FMI, aún puede refinanciarse en los Mercados con un aberrante y mísero 4,95% a 5 años. Con una deuda del 172% del PIB y subiendo, su economía es altamente inestable. Y los inversores están de hecho apostando temerariamente a que el gobierno griego priorice el pago de los bonos en manos de dichos inversores, y que a la vez las autoridades de la Eurozona suministren algún otro tipo de regalo financiero al Estado heleno. Y todo ello pudiendo prestar su dinero al Estado de Nueva Zelanda por 5 años a cambio de su bono AAA al 4,2% de interés.
No obstante los sentimientos cambian rápidamente. Para muestra la sacudida sufrida por la deuda de los mercados emergentes cuando la Reserva Federal de los EE.UU. anunció el tapering del quantitative easing -o cierre del grifo de la liquidez infinita- justo antes del verano pasado, y de nuevo cuando éste se comenzó a ejecutar. Es cierto que la perspectiva del endurecimiento de la política monetaria de los EE.UU. puede al fin debilitar al EUR contra el USD (y que eso beneficiaría a los endeudados), pero también es cierto que dicho cierre del grifo presagia una subida global de tipos de interés, lo cual sería fatal para la periferia europea enterrada en deuda.
¿Entonces qué, el BCE está a punto para lanzar su propio programa de QE e inflar los precios de los bonos? No tan rápido. De momento lo único que el BCE ha hecho es tratar de rebajar la cotización del Euro de boquilla. Cualquier otra relajación monetaria parecería más encaminada a ofrecer tipos negativos en sus depósitos que a realmente iniciar un QE. Recordemos que los alemanes están felices con su inflación al 0,9%. Ellos -y otros muchos en el BCE- no ven en la caída de los precios del sur de Europa un problema, sino un proceso de ajuste necesario.
Frankfurt tampoco verá con buenos ojos embarcarse en otra política experimental, poco después de que el Tribunal Constitucional alemán haya ilegalizado las OMTs (Outright Monetary Transactions). Con el BCE aún centrado en la valoración de la calidad de los balances bancarios de la Eurozona, el QE también parece prematuro y de inciertos efectos positivos. Y cuanto más suban los mercados de deuda antes de producirse el QE, más va a demorar el BCE la ejecución del mismo, con la esperanza de que la burbuja en el mercado de bonos pueda empalmar en el tiempo con un crecimiento económico más contundente.
Mientras brille el sol, los gobiernos harán bien en apresurarse a cubrir sus necesidades de endeudamiento al plazo más largo posible. Pero los inversores deberían ser más cautos y fijarse en las amenazadoras nubes que se acercan por el horizonte. Y también lo deberían ser los gobernantes y políticos, que una vez más han cantado victoria prematuramente.
Estamos pues ante un escenario donde los Estados insolventes de la periferia europea deben aprovecharse al máximo de la candidez actual de los inversores para sobrevivir, al menos durante unos años más. Y donde, en cambio, dichos inversores deben evitar arriesgar su dinero ofreciéndolo a deudores insolventes, a pesar de que tengan la complicidad del BCE, ya que la actuación de éste en el futuro es muy incierta. Una lucha desigual, puesto que los Estados tienen todo el establishment financiero y mediático a su favor para convencer a un gran número de inversores incautos (particulares e institucionales) de que lo peor ya pasó. Al fin y al cabo siempre es mucho menos traumático que se arruinen millones de inversores que los propios Estados, ya que los primeros no se arrastran a la quiebra los unos a los otros como piezas de dominó. En esa misma línea de pensamiento van las medidas extraordinarias de rescates internos (bail-in) para la periferia, que están ya a la vuelta de la esquina.
Y todavía algunos se extrañan de la última salida de dinero de España que se ha publicado, que ascendió a 8.700 millones de eur sólo durante el pasado mes de Febrero. O sea, en un sólo mes el equivalente a casi el 1% del PIB…