Es urgente esperar… y saber qué se espera.
En los tiempos financieros y económicos que corren, como suele decir un viejo amigo, es urgente esperar. O sea que no son tiempos para emprender aventuras inversoras a largo plazo que sean susceptibles de verse afectadas por cambios macroeconómicos o conflictos geopolíticos, que hoy son más inciertos que nunca. Los pasos que los inversores deben dar en un entorno cenagoso como éste deben ser cortos, estables, prudentes. Es muy cierto, hoy más que nunca, que el concepto crisis es sinónimo de oportunidades, pero no no por ello debemos dar zancadas ambiciosas y aventureras cuando nos rodea una ciénaga minada.
Los retornos que se obtendrán en las próximas décadas nada tienen que ver con los conseguidos en los últimos 50 años. Los ceros añadidos a la deuda viva global lo impedirán, ya que nos hemos bebido la riqueza que generaremos en el futuro, de un solo trago y sin saborearla. Para muestra de la compresión de rendimientos a la que nos enfrentamos he aquí un botón: Acabamos de cerrar un acuerdo para vender las 4 promociones inmobiliarias que hemos llevado a cabo en China, con tan sólo un beneficio aproximado del 30% y una TIR anual algo superior al 11%. Y estamos hablando de real estate en una de las economías más dinámicas y crecientes del planeta, donde cabría esperar algo más en cuanto a rendimiento anualizado. Esta operación está en línea también con lo que decíamos de dar pasos cortos y estables, ya que se va a liquidar la inversión de 4 promociones inmobiliarias en sólo 3 años, desde la adquisición de terrenos hasta la venta total. Ese es el modelo prudente a seguir en los próximos tiempos. Incluso en operaciones inmobiliarias, hay que reducir plazos de incertidumbre y moderar rendimientos anualizados. Se acabaron los tiempos de asumir riesgos de 8 o 10 años con rendimientos potenciales superiores al 20% anual. Eso es ya historia si se quieren mantener los pies firmemente anclados al suelo. Y esta visión de la realidad no es tremendismo gratuito, numerosos y prestigiosos estudios avalan un porvenir peligrosamente anémico.
Ayer mismo me comentaba un profesional de banca lleno de orgullo las proyecciones de rendimientos (muy moderados, por cierto) que realizaba para sus clientes. Con sus cálculos de probabilidades de error y acierto y sus flamantes campanas de Gauss. «Los Clientes quieren ver lo que van a ganar en los próximos años«, decía muy seguro de sí mismo, «Y nosotros se lo mostramos con un 95% de probabilidades de acierto«. Entonces le respondí que él debía saber tan bien como yo que todos esas proyecciones a futuro eran imposibles de cumplir, sencillamente porque el presente y futuro van a ser radicalmente distintos al pasado sobre el que se fundamentan dichas proyecciones. En ese momento le cambió la cara, salió del matrix o mantra en el que está sumido profesionalmente durante toda su jornada laboral, y en un arrebato de lucidez me reconoció que efectivamente esas proyecciones de rendimientos no tenían ninguna posibilidad de cumplirse y que eran meramente un espejismo que les puede ayudar comercialmente mientras los clientes se adentran en un desierto inconmensurable. Personalmente considero a este banquero técnicamente un buen profesional (los malos ni siquiera son conscientes de que esas previsiones tienen pies de barro porque se fundamentan en un pasado irrepetible), pero muchos como él siguen «prometiendo» a sus Clientes un futuro plácido, diciéndoles lo que quieren escuchar para evitar así que se marchen a la competencia, donde les regalarán aún más los oídos sin el menor escrúpulo. Se trataba de justificar moralmente pensando que sus promesas de rendimientos futuros son comparables a las mentiras piadosas que recibe un enfermo terminal: «¿Para qué les vas a amargar la vida antes de tiempo?»
Lamentablemente hay muchos inversores que todavía no se han dado cuenta del cambio de escenario, y serán pasto de aventuras mutilantes. En los próximos años la selección natural tan sólo dejará en pie a los inversores con capacidad de invertir de manera global, diversificada y bien informada. Son tiempos para los llamados inversores cualificados, mientras que desgraciadamente los ahorradores retail van a ser víctimas de este exigente y selectivo New Normal.