Renta Fija 2.0
La renta fija tradicional, en forma de bonos emitidos por Estados y empresas, está pasando por momentos muy complicados. El abuso de endeudamiento por parte de los países desarrollados -y cada vez más también los emergentes-, junto con la fabricación de dinero por parte de los bancos centrales a niveles jamás vistos, hace que la renta fija sea cada vez menos fiable en general. Si fabricamos dinero de la nada sin anclarlo a nada, la deuda se convierte en meros dígitos cuya solvencia queda cada vez más en entredicho, ya que los ingresos y la capacidad de generar flujos de dinero para devolverla quedan cada vez más ridículos respecto a la cantidad debida. Y eso ocurre tanto a las empresas como a los Estados de los llamados países desarollados.
Si además añadimos a ello una política sostenida durante años de tipos de interés a prácticamente cero, y unas facilidades de recompra de activos por parte de bancos centrales demenciales, tenemos como resultado que la deuda más solvente (sic) como la alemana o la estadounidense está en tipos negativos. Y como consecuencia, el resto de deuda de países paradójicamente hiperendeudados, también goza de unas primas de riesgo mínimas, es decir que pagan extraordinariamente poco por recibir dinero prestado.
Esta situación es del todo antinatural, puesto que los más endeudados e insolventes deberían pagar unos intereses muy superiores, y viceversa. Pero no. Los artificios de los bancos centrales en connivencia con el resto de bancos privados, y cada vez más inversores particulares despistados (por no decir manipulados, puesto que cada vez la banca está transfiriendo más deuda soberana de su balance a las carteras de sus Clientes), mantiene los rendimientos de los insolventes a casi cero.
Nos enfrentamos pues a un mercado de renta fija (deuda en forma de emisiones bonos) exacerbado y artificialmente subvencionado para pagar intereses mínimos (financial repression). Además con un horizonte en el que el mal llamado «activo libre de riesgo», el bono del Tesoro norteamericano o Treasury, va a regularizar su valoración en los próximos trimestres o semestres. Y es que los tipos comenzarán a subir en los EE.UU. a la vez que la Reserva Federal cierra ya totalmente el grifo de la fabricación de dólares o Quantitative Easing. Ello hará que el Treasury deje de estar subvencionado/autocomprado por el Estado, y por tanto que su precio baje, aumentando su rendimiento en consonancia con la subida de tipos. A partir de ahí, la mayoría de deuda emitida en todo el mundo bajará también de precio, ajustando sus primas de riesgo a los nuevos rendimientos ofrecidos por el Treasury americano y los nuevos tipos oficiales del dólar.
Todo esto se traducirá en una reducción muy significativa del rendimiento a medio plazo que los inversores en renta fija van a tener. Incluso si la normalización en el precio/rendimiento de la deuda soberana norteamericana se produce de manera un tanto sincopada, podemos ver grandes flujos de dinero saliendo muchas emisiones de renta fija de manera turbulenta, ya que estos grandes flujos no hacen más que amplificar las correcciones que sufrirá el Treasury. Está por ver la evolución del bono alemán y del resto de Europa en ese escenario, ya que el BCE podría seguir su relajación cuantitativa si Alemania se lo permite, e iniciar un proceso opuesto al que ha hecho la Reserva Federal norteamericana, del que está ya de vuelta. En definitiva, tiempos convulsos para la mayoría de tenedores de renta fija en sus carteras, puesto que la marea que hoy cubre todas las vergüenzas, probablemente esté a punto de retirarse de manera poco ordenada.
Este escenario inminente, y que puede durar unos cuantos años hasta que la deuda se haya normalizado en solvencia, estabilidad y rendimientos, nos ha llevado desde hace ya más de un año a buscar alternativas de renta fija que sean estables, solventes y queden al margen de los turbulentos mercados que se avecinan al mundo de los bonos. Ahí es nada. Y estamos convencidos que el futuro de la renta fija sigue pasando por prestar a cambio de un tipo de interés fijo o variable, pero alejado de las cotizaciones y calificaciones de rating crediticio que tan manipulados están en estos tiempos. Digamos que, para la parte de nuestros activos que no puedan sufrir la volatilidad de la renta variable y precisen de un horizonte temporal de inversión/desinversión más corto, debemos centrarnos en el préstamo tradicional a deudores solventes y alejados de las turbulencias crecientes del Mercado de bonos. Pero como no es viable ni recomendable prestar grandes cantidades de dinero a un círculo reducido de deudores (como tampoco es recomendable comprar un solo bono de cualquier emisor), debemos hacerlo también a través de fondos de inversión que analicen la solvencia y tipología de estos préstamos a empresas y personas.
En el campo de los préstamos corporativos tenemos todo un universo de tamaños, sectores, plazos y tipos de interés a los que prestar. Es cuestión de seleccionar a buenos gestores de fondos dedicados a ello que analicen y seleccionen de la mejor manera. Algunos seleccionan empresas con negocios comerciales o industriales clásicos, tomando como garantías los activos de la empresa y los personales del empresario, e incluso teniendo el dominio legal temporal de las cuentas bancarias donde reciben los deudores los ingresos por ventas, para garantizar la devolución del préstamo. Otros seleccionan negocios muy específicos, como los que comercian con mercancías en todo el mundo, ya que además de la garantía empresarial podemos tener también la garantía del propio material con sus letras de crédito y sus contratos recurrentes, etc.
Pero ojo, el entorno en el que se mueven las empresas a las que vamos a prestar también es muy importante, ya que prestar a empresarios que deben batallar contra viento y marea en economías con morosidad galopante y recesión económica, puede ser temerario. Es mucho más prudente hacerlo en países que tengan seguridad y agilidad jurídica, y donde el crecimiento económico -y por ende la solvencia de sus habitantes y empresas- sea sólido. Léase evitar el sur de Europa, por ejemplo, salvo excepciones como la de un fondo específico que se limite a prestar a empresas españolas que son netamente exportadoras a países que sí tienen crecimiento económico. Raras avis, pero haberlos haylos.
También es tiempo de aprovechar un ciclo inmobiliario que sí tocó fondo (muy fondo) ya hace casi dos años y que está en plena recuperación de precios, aún mucho más bajos que en España. Nos referimos el sector inmobiliario en EE.UU. ¿Cómo podemos aprovecharnos de ese ciclo alcista mediante el préstamo a cambio de un interés? Pues obviamente a través de la inversión en el mercado hipotecario. Sí el mismo que se hundió hace 7 años, solo que con la radical diferencia de que ahora las hipotecas están en manos de titulares mucho más solventes (el status crediticio personal allí se está purgando ya después de 7 años) y cuyas garantías subyacentes (inmuebles) aumentan de precio cada año. Y no solo en el sector de viviendas, sino también en el sector comercial y de oficinas. Y sí, efectivamente, también a través de fondos hipotecarios debidamente diversificados y con gestores que seleccionen bien las hipotecas en las que invierten el dinero del fondo, o sea de los inversores.
En definitiva hay un universo enorme de renta fija, más allá de la tradicional emisión de bonos con rating A B o C de emisores sobreendeudados. Podríamos llamarla Renta Fija 2.0, que siempre ha estado ahí como inversión directa, pero que en los últimos meses se está organizando de manera diversificada, analizada y supervisada mediante fondos de inversión gestionados. Señal inequívoca de que el dinero está fluyendo cada vez más hacia ese segmento, huyendo poco a poco de la manipulada, volátil y ya muy incierta renta fija tradicional. ¿Volverá a ser interesante la Renta Fija tradicional de bonos soberanos y corporativos algún día? Probablemente sí, pero tiene por delante una travesía de desierto cuya longitud y profundidad es muy incierta. Porque los bancos centrales, con sus ampliaciones infinitas de balance nos han situado en territorio apache. Y nadie que pretenda tener cierto rigor puede aventurarse a adivinar cuándo la renta fija volverá a ser como era, ni la volatilidad e insolvencias que deberá sufrir hasta llegar a volver a ser lo que tradicionalmente fue: El refugio de rentistas y de activos que deben resguardarse del riesgo y la volatilidad.