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El Baile de los Vampiros

Crisis

Decía Expansión en este artículo reciente, que la banca española se había lanzado a comprar deuda del Reino de España para «compensar la caída del negocio» bancario. O sea que prestar el dinero que le suministra el BCE a manos llenas y a tipos de risa al Estado español es una bicoca, una ganga que genera dinero «fácil y seguro».




Concretamente las cuentas que echa el autor son de cálculo elemental: «El sector financiero consigue financiación en las cámaras europeas de contrapartida a un tipo ligeramente superior al 1%, en LCH.Clearnet o en Eurex Repo, o con el Banco Central Europeo (BCE), que actualmente presta a la banca al 1,25%. Tanto a través de estas cámaras, de las que ya son miembros Caja Madrid, La Caixa, Popular, BBVA y Ceca, como mediante la institución monetaria, las entidades deben ceder un activo que actúa como aval del préstamo. La deuda pública se encuentra, precisamente, entre los activos que más usa la banca con este objetivo. Por otro lado, el director del área de Tesorería de un banco español apunta que -el departamento de riesgos de cualquier firma española facilita la compra en deuda pública española frente a otro tipo de activo, porque es el que se conoce mejor-. Y, por último, la reforma financiera de Basilea III incluye, entre sus grandes novedades, la creación de estándares de liquidez. A la hora de calcular esta nueva ratio, la deuda pública es uno de los activos que se consideran más líquidos. Es por eso que intentan aprovecharse de un entorno de tipos de interés muy bajos para captar financiación a corto plazo en el mercado de repos (compraventa con pacto de recompra), a poco más del 1%, y comprar deuda pública española, que rinde entre un 2,546% y un 5,353% a plazos de entre un año y diez años. En definitiva, captan fondos a un tipo muy inferior al que le prestan al Estado, lo que les permite sacar un margen sustancioso superior al 1,5%»

 

O sea, barra libre a cambio de avales «válidos», preferentemente deuda pública española. ¡Qué casualidad! Un intercambio de favores en el que aparentemente todos ganan… Pero en realidad, todos perdemos. La estrategia es digna de Maquiavelo: Yo, Estado, necesito alguien que me siga prestando dinero porque Mr. Market desconfía de mi solvencia, mis presupuestos son deficitarios, he caído en una mortal espiral recesiva y quiero aplazar mi quiebra ante los ojos internacionales tanto como me sea políticamente posible (como han ido haciendo los negritos ya caídos de la decena). Por lo tanto, necesito cash en abundantes cantidades para mantener mis yields o primas de riesgo lo menos alejadas posibles de la referencia del bono alemán. Si el «mercado privado» no me presta suficiente dinero porque luzco como un zombie, mis yields se disparan. Y si eso ocurre, el default es un hecho que además salpicará a todos mis acreedores, incluídos alemanes y franceses. Si España tuviera un banco central propio con capacidad de emitir pesetas (o lo que fuera), se imprimirían billetes a falta de financiación exterior, como ha venido haciendo Argentina desde su corralito hace ya diez años. Pero lamentablemente no podemos fabricar billetes a nuestro libre albedrío. Ni siquiera el BCE puede hacerlo, dado que es políticamente incorrecto, ilegal y abusivo a todas luces que el banco central de la UE sustente la deuda pública de uno de sus miembros a costa del resto. Por todo ello, la solución mágica alcanzada entre España y le Eurozona, en alguna oscura reunión secreta al más alto euronivel fue la siguiente: Que mis acreedores y colegas europeos, con su maquinita de hacer Euros (BCE), inunden de liquidez barata y cuasi infinita a mi sistema bancario (con la excusa de lubricar de liquidez un sistema muy castigado por la burbuja inmobiliaria), para que éstos, a su vez, me presten todo ese dinero comprando deuda soberana española. Pero, ¿por qué debería la banca utilizar ese dinero para comprar mi deuda estatal y no darle otro uso? Hombre, favor con favor se paga. Basta con inducir amablemente a hacerlo, facilitando que la deuda soberana sea el aval preferido ante el BCE, o lo que es lo mismo, poniendo peros o otras garantías colaterales para el canje de dinero por papelitos mojados. A buen entendedor, al que le permiten falsear sus cuentas mediante tasaciones corruptas de inmuebles embargados, pocas palabras bastan.

Bien poco le importa al Estado el hecho de que de ese modo la liquidez que riega el mercado no fluya hacia las empresas, hacia la economía real del país, al tejido empresarial y sus bolsillos depauperados. Lo único que le importa es que fluya hacia la refinanciación de la deuda soberana para evitar la quiebra inminente del Estado, como le ha sucedido a Grecia, Irlanda o Portugal. Porque entre otros motivos, España no es rescatable. La sociedad civil de la Europa rica se rebelaría contra las cifras de rescate que exige una economía tan grande como la española. A nuestro país hay que mantenerlo a flote a base de rescates encubiertos que, además, inyectan beneficios facilones en los balances de nuestro sistema bancario, que a su vez son puro oxígeno para el propio Sistema financiero español. Dos pájaros de un tiro, o mejor dicho dos pajarracos, dos buitres.

Es como un macabro chiste en el que un quebrado le dice a otro quebrado: Toma dinero de la barra libre y préstamelo, que te pagaré un diferencial del 1,5%. Así los dos quebrados lucen menos quebrados, mientras la barra libre va fabricando billetes que a su vez nos acerca a todos a la quiebra, o al menos empobrece dramáticamente a los no quebrados y ricos del norte que comparten BCE con nosotros. Ya sé que muchos diréis que esos ricos son más ricos gracias a todo lo que nos exportan con su misma divisa. Pero todo tiene un límite, y muy pronto se darán cuenta de que el peso del agujero periférico y su dinámica negativa ya no compensan los beneficios obtenidos.

Este proceso tiene, cómo no, una inercias enormes. Y no vemos sus efectos hasta que ya es tarde para corregir errores. Pero conceptualmente no hay que olvidar que nuestro querido y a la vez odiado Mr. Market, no genera primas de riesgo sin sentido. No es gratuito comprar yields soberanos superiores con dinero subvencionado al 1 o el 1,25%. La banca española no está haciendo otra cosa que comprar riesgo. Sí, sí, habéis leído bien, aún más riesgo del que tiene acumulado en sus putrefactas hipotecas a promotoras inmobiliarias y particulares del coche y casa a 35 añitos. La situación es tan kafkiana que, mientras las trampas contables mantienen a flote el valor de los inmuebles embargados en sus balances, la banca se regocija de mejorar su extrema situación contable con «dinero fácil». Unos beneficios golosos de toma y dame que en realidad lo que hacen es aumentar su insolvencia a base de asumir riesgo país: España. La espiral es tan absurda que el círculo se cierra con la propia barra libre, que no es mas que la traslación a su vez del riesgo asumido por la banca hacia el BCE en forma de avales o garantías colaterales. Es decir, que el BCE compra de facto riesgo español a través de un intermediario (banca española) al que conviene subvencionarle chutes de beneficios para que no quiebre y siembre el pánico con un corralito más que contagioso. Y hoy por hoy España no se hunde gracias a este ciclo viciosísimo, en el que el BCE sostiene el riesgo español pagando, eso sí, el impuesto revolucionario de mantener a flote a su vez a la banca española.

 

 

¿No habría sido más sencillo, transparente y ético haber empezado por ahí? Pues sí, pero la asunción de la quiebra estatal de toda la periferia europea por parte de la europa económicamente saneada, es políticamente inaceptable además de ilegal, hoy por hoy. No sólo por eso, sino porque además podría generar mayor desidia y laxitud en las sociedades acomodadas e improductivas, y en los gobiernos electoralistas de una periferia que jamás debió creerse capaz de compartir moneda con economías mucho más sólidas. Pero a todos parece habernos convenido simular que nadie mantiene a nadie y que cada palo aguanta su vela, no existiendo bancarrota ninguna. Es más, cuando hace un par de años algunos denunciábamos esta situación extrema e insostenible cuyas inercias comienzan a hacerse obvias, se nos tachaba de agoreros, anti-patriotas, euroescépticos, o quién sabe cuantas cosas más. La evidencia actual era para la mayoría, en 2008, 2009 y 2010, una sandez políticamente incorrecta y económicamente infundada.

Se trata en definitiva de un Baile de Vampiros, recordando el de la genial película de Polanski. Un macabro enlace obvio pero negado hasta la absurdidad, en el que Estado y banca española se unen de tal forma que ni la muerte (default) los puede separar. O Europa los salva y siguen yendo de la manita hasta que purguen sus correlaciones (a base de que Mr. Market sustituya el rol de prestamista que ahora ejerce el sistema bancario español), o se hunden ambos.

Alemania esta permitiendo que el BCE, con la soga al cuello, se pruebe temerariamente unos zapatos de cemento marca PIIGS al borde del acantilado. Y hoy por hoy, es la misma soga la que une el cuello de Alemania con el del BCE y del resto de países de la periferia europea. Por ello, parece insostenible por más tiempo la elevada cotización del Bundesbond y de la «Bundesdivisa», o sea el Euro, a no ser que la soga que une Alemania con el BCE y los zapatos de cemento periféricos sea de papel (y las manos fuertes de Mr. Market lo sepan). Llegados a este punto, cabría repetir lo que comentamos en nuestro anterior artículo titulado «Pisos a precios de los años 70«: Mientras la soga no se demuestre de papel, quizá debamos aprovechar «de forma inteligente que tenemos en nuestras manos una divisa, a cambio de la cual el mundo nos da mucho más de lo que realmente vale, al menos a los europeos periféricos…»… y si se demuestra de papel, aún con más razón.

Para colmo a DSK le ocurre oficialmente algo muy parecido a lo de Julian Assange, quedando fuera de combate. Y el avispero del G20 se vuelve loco discutiendo la colocación de Lagarde en su puesto, no vaya a ser que el IMF deje en la estacada al BCE y se haga más evidente su rol de pagafantas en esta crisis ante los ojos del los europeos más ricos. Todos contra el fuego de la insolvencia… bueno, hasta que alguien se queme de verdad, claro.

 

«Pocos ven lo que somos, pero todos ven lo que aparentamos»

Nicolás Maquiavelo (1469-1527)

 

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