Para hacer la tortilla de las 2 velocidades hay que romper la cáscara del Euro.
El Euro sube. Y lleva ya casi un 5% de recuperación desde sus mínimos por debajo del 1,04 respecto al dólar. Pareciera que puede más la fortaleza de la locomotora alemana que la debilidad del Sur y el Este de la UE. Como si por el hecho de haber reconocido que se avanzará a -al menos- dos velocidades, ello permitiera que la divisa única dejase atrás sus incertidumbres.
.
Es como si la cifra publicada por el IFO alemán (112,3) superior a la esperada (111), fuera capaz de reafirmar y acelerar la subida de tipos en Europa, al más puro estilo norteamericano. Es cierto que esa y otras cifras reafirman la recuperación económica germana, pero esos árboles de optimismo inequívoco no nos deben impedir ver el bosque en el que está sumido la moneda única. Y ese bosque no es otro que la inviabilidad precisamente de su cualidad de única. O sea, que aún se comparte el Euro entre muchos países que están lejísimos de ni tan siquiera imaginar una relajación de las facilidades cuantitativas con las que inunda el BCE las economías del Sur. Y ello hace imposible una subida de tipos que, paradójicamente está descontando el Mercado con la recuperación del Euro respecto al dólar.
.
¿A dónde nos lleva esta paradoja? Pues a que cuanto más descuente el Mercado una subida de tipos del Euro y una reducción de la relajación cuantitativa por parte del BCE, más próximos estaremos a la materialización de las dos velocidades de la Eurozona, y por tanto de la ruptura de la cotización única del Euro. Ya que, o bien el Euro pierde su condición de moneda única y empieza a cotizar de manera distinta en cada velocidad de la Eurozona, o bien la subida de tipos es imposible, en cuyo caso el precio del Euro respecto al dólar y resto de hard currencies debería volver a cotizar el riesgo de explosión de la propia Eurozona (según el adjetivo utilizado por los propios dirigentes de la UE para justificar esas dos o más velocidades) y caer de nuevo a mínimos.
.
Si se mantiene una única cotización del Euro, es imposible subir los tipos, puesto que en el Sur no nos lo podemos permitir. Aquí necesitamos tipos cero e inflación abundante que se coma la deuda poco a poco. Sin embargo, en el núcleo duro alemán, lo que no pueden ni van a permitir es no subir tipos y que su temidísima inflación les repunte más allá de lo deseable. Por lo tanto, ante tal dicotomía, o bien Mr. Market está caminando en dirección contraria, o bien las ya anunciadas dos velocidades están a la vuelta de la esquina.
.
Tampoco es baladí la ruda reacción de Dijsselbloem, que denota que muchos europeos del norte ya no se sienten obligados a tener ni siquiera corrección política con quienes consideran que de facto ya no forman parte de su core o núcleo duro europeo. Sus disculpas, forzadas, ligeras y tardías delatan ese sentimiento de desapego y desconexión que los habitantes e inversores del Sur parece que todavía no hemos comprendido. Lo curioso es que el inversor de a pie del Sur ha asumido lo de las dos velocidades sin percatarse de que ello implica dos cotizaciones de divisa y dos tipos de interés diferenciados. No en balde Guy Verhofstadt (sí, el mismo que está supervisando desde la UE la negociación del Brexit) ya dijo públicamente que debía crearse un segundo banco central en Bruselas. Dos velocidades, dos autoridades monetarias… Blanco y en botella, y hay que estar preparado para ese escenario.
.
Para hacer la tortilla de las dos velocidades hay que romper la cáscara del Euro. Hay que partir la moneda «única» en dos. Y aunque aunque lleven el mismo nombre y tengan prácticamente la misma cotización inicial para evitar pánicos, tendrán valoraciones distintas y tipos de interés distintos al cabo de poco tiempo. Serán diferencias de tipos y cotización acordes con las necesidades de las distintas economías, como no podría ser de otra manera. Y lo más curioso es que incluso algunos inversores institucionales, que sí llegan a imaginarse la materialización de esas dos velocidades y dos políticas monetarias, confían sorprendentemente en que España estará en la primera velocidad! ¿Por qué? Pues porque el gobierno español así lo ha dicho, enarbolando el mayor crecimiento de PIB de la Eurozona, pero obviando el déficit presupuestario, el endeudamiento y el paro estremecedor y endémico. Y ya se sabe, los gobiernos, especialmente los de la periferia europea, siempre aciertan en sus pronósticos ¿verdad?