La Era de los Bancos Centrales
Parece que las piezas del puzzle del New Normal comienzan a encajar. Pero como no podía ser de otra manera al tratarse de una nueva normalidad, el encaje de dichas piezas es hoy por hoy mucho menos estable y geométrico que en el Old Normal. Y lo que hoy puede parecer una parte ya confeccionada del rompecabezas, mañana puede demostrarse de nuevo un caos muy incierto.
La gran diferencia entre esta nueva Era y la anterior es lógicamente el tamaño del balance de todos los bancos centrales de las economías desarrolladas: FED, BoE, BoJ y, en menor medida hasta el momento, BCE. La huída hacia delante que está suponiendo el Quantitative Easing, está determinando el aumento del precio de cotización de prácticamente todos los activos y Mercados directamente relacionados. Y esa realidad es tan contundente como efímera, puesto que la fabricación de dinero a destajo es tan influyente en el precio de los activos como insostenible, debido al cierre del grifo del QE que en algún momento no muy lejano deberá producirse.
Deberemos pues, hasta cierto punto, bailar al son de la música de los bancos Centrales. Y la pregunta del millón para los inversores es obvia: ¿En qué activos va a ser rentable invertir en los próximos semestres o años? O lo que es aún más importante: ¿En qué activos los inversores van a sufrir pérdidas permanentes a medio y largo plazo?
Para acabarlo de complicar, la historia de la FED nos demuestra que jamás sus presidentes han sido capaces de cerrar a tiempo el grifo de la facilidad cuantitativa en el pasado. Sus movimientos siempre han preferido inundar por exceso que por defecto el sistema monetario, seguramente debido a presiones políticas, ya que el repunte de la inflación es un pecado mucho más perdonable en las urnas que la recesión económica.
El problema es que hoy partimos de una inundación de liquidez jamás vista. La fabricación de dinero ha alcanzado en los últimos 6 años cifras mareantes cuya potencia inflacionista e inercias son descomunales. Y no hablamos tan sólo de la FED sino también del resto de Bancos Centrales mencionados anteriormente. Como sabréis, la inflación no sólo precisa de aumento de masa monetaria, sino también de velocidad de circulación del dinero (os recomiendo un artículo de hace ya 5 años en el que hablábamos de ello en pleno crash bursátil). Y hoy el tamaño de los balances de los bancos Centrales es enorme, pero la velocidad de circulación es cercana a cero, ya que los bancos comerciales bastante tienen con sobrevivir y evitar la quiebra, lejos de pensar en prestar asumiendo nuevos riesgos de préstamos que puedan engrosar la crítica morosidad existente.
Pero esa ausencia de crédito llegará a su fin en la medida en que los balances de la banca comercial se vayan saneando. Y en algún momento, esa masa monetaria gigantesca se podrá lentemente en movimiento. Si en ese momento los bancos centrales no son capaces de reducir sus balances de manera acertada, ágil y expeditiva (lo cual jamás a ocurrido), la inflación se disparará porque las inercias del QE son gigantescas. Ese es el escenario más probable, puesto que los bancos centrales no van a asumir el riesgo de echar por la borda la debilísima recuperación económica por ser demasiado rápidos ni contundentes en el cierre del grifo. Si históricamente jamás se han caracterizado por acertar en los timings, ¿por qué iban a hacerlo ahora, con unos balances que tienen unos tamaños y unas inercias jamás vistas?
Por tanto, debemos prepararnos para unos años de elevadas inflaciones (aunque no al estilo república bananera, por supuesto). Años en los que la volatilidad será altísima, generada por las enormes consecuencias que tendrá cualquier movimiento que realicen los bancos centrales en un sentido o en otro. Unos tiempos en los que la inflación no sólo no va a ser reducida, sino que además va a ser deseada, aunque de manera inconfesable. ¿Quién si no va a ser capaz de pagar sus deudas? Tanto los Estados como la población del mundo desarrollado en general necesitan una inflación significativa y sostenida en el tiempo para devaluar su endeudamiento si quieren evitar un default masivo.
En ese escenario inflacionista resulta obvio que si hay un activo que va a sufrir especialmente es la renta fija en general, que parte ya de precios carísimos inflados por el propio QE. Porque la inmensa mayoría de deuda pública y privada del mundo, toma como referencia el precio del activo libre de riesgo (sic), que tradicionalmente siempre ha sido el Treasury norteamericano. Si éste se desploma, el resto va tras él en mayor o menor medida. Por todo ello, difícilmente vamos a ver rendimientos positivos en los próximos años, en una renta fija que además se verá castigada por la inflación. Ay de los bolsillos que dependen de las grandes bolsas de dinero como los fondos de pensiones y demás inversores institucionales, que no van a ser capaces obtener los rendimientos necesarios en los próximos años…
Por contra, un activo que puede navegar en esta marea inflacionista sin sufrir amputaciones graves en el camino es la renta variable. Pero ojo, porque la enorme volatilidad que generará el tapering a nivel global, nos obliga a centrarnos sólo en acciones que tengan Valor, puesto que un cierre repentino del grifo del QE nos hará caer las cotizaciones más de lo deseado. Y sólo comprando excelentes negocios a buen precio podremos recuperar las pérdidas a corto-medio plazo. SIn embargo debemos descartar aquellos negocios que no puedan aumentar sus precios de manera ágil ante repuntes inflacionistas o de costes de las materias primas, y priorizar las acciones de empresas que sí lo puedan hacer con facilidad.
También pueden ser buenos tiempos para las estrategias de inversión que pretenden conseguir retornos absolutos reduciendo la volatilidad y descorrelacionándose de los mercados por completo. Entre la mediocridad podemos encontrar perlas de la gestión. Haberlas haylas, pero son tesoros escasos, opacos y de éxito más efímero de lo que sería deseable. Por tanto resultará complejo asentar de manera rentable la parte del patrimonio que no sea susceptible de asumir las altas volatilidades bursátiles. Y para quienes piensen en el oro y la plata como activos refugio, deben tener presente que su altísimo componente especulativo los debería descartar como lugar donde asentar la mayoría del patrimonio no bursátil.
En definitiva, nos enfrentamos a unos años en los que la volatilidad va a ser enorme, la inflación persistente, y la renta fija un mal negocio. Malos tiempos en definitiva para los ahorradores/inversores más conservadores, y un buen escenario para los deudores de todo tipo. De hecho, sólo beneficiando a deudores y penalizando a inversores, el mundo podrá evitar la quiebra en cadena. O sea, premiando una vez más a quienes lo han hecho mal, y penalizando a los que lo han hecho bien…
Hoy se impone más que nunca una estrategia que sepa navegar en la Era de los Bancos Centrales, lo cual rompe los esquemas tradicionales de cualquier asesoramiento basado en la clásica distribución de renta fija y renta variable. Aviso a navegantes.
P.D. Para quienes no tengan claro el funcionamiento del sistema monetario entre bancos centrales y economía real, os recomiendo revisar este interesante y didáctico video del gestor de Bridgewater Ray Dalio.
Gran análisis. No puedo estar más de acuerdo con sus conclusiones. Gran trabajo una vez más.
Un saludo.
Paco 16/12/2013Sencillamente "brillante" como la mayoria de sus artículos. Gracias por su clarividencia
carlos 16/12/2013[…] Si queréis ponderar un poco más el análisis de Danielle, podéis leer también lo que decían de ella en ZeroHedge el pasado año: “Another FED Insider Quits, Tells The Truth“. Por nuestra parte tan solo recordar las advertencias que hemos reiterado desde el 2013 en artículos como “La Era de los Bancos Centrales“. […]
Los Bancos Centrales y el auge del extremismo - ChatNews 16/12/2013