Un poquito de por favor…
Portugal vota NO a la cuarta versión del plan de ajuste presupuestario y austeridad. El primer ministro, José Sócrates que gobernaba en minoría, dimite y deja las riendas de un país a la deriva financiera en un océano llamado Mercado, plagado de tiburones hambrientos.
Los portugueses se han lanzado a manos de mama UE para que les rescate. Los griegos habían manipulado y falseado sus cifras, algo gravísimo sin duda, pero su actitud aparente fue la de unos políticos cabizbajos y concientes de la transcendencia del problema. Sin embargo la aparente actitud de los políticos portugueses es la de abandonar los mandos de la nave ante su incapacidad para dominarla, con la confianza de que vendrá el Big Brother a sacarles las castañas del fuego.
Porque parece que portugueses, irlandeses, griegos y probablemente españoles, demos por hecho que los rescates se van a producir puntual y eficientemente. Y aceptamos pulpo como animal de compañía, es decir la intervención de facto de nuestra gestión económica doméstica, a cambio de que nos mantengan en la Eurozona a pesar de estar quebrados. Llegados a este punto, hay que recordar obviedades como que los mercados no darían ni un duro por nosotros sin el soporte de mamá UE. Y parece que ayer los portugueses no contemplasen la posibilidad de quedar relegados a mero pasto de los tiburones. Qué fácil (e irresponsable) es votar NO a apretarse el cinturón cuando se está convencido de que vendrá el séptimo de caballería (en versión alemana) al rescate.
Lo que me resulta más surrealista es que una economía como la alemana esté dispuesta a rescatar a un país cuyos políticos, con toda su jeta, acaban de votar NO a unos elementales ajustes económicos ante su situación financiera. O ninguno de los PIGS somos conscientes de la situación en la que estamos, o le estamos echando mucho, pero que mucho morro.
Parece que algunos digan: «Que Alemania nos coja confesados… o sin confesar, pero que nos coja». Aunque tampoco debemos olvidar que el mundo no se acaba con la Eurozona y ahí afuera también hay vida. Lo que está claro es que sin rescates, dentro no la hay por mucho más tiempo.