Debemos planificar la miseria.
Debemos planificar la miseria que se nos viene encima. Y debemos poner los remedios que cada uno buenamente pueda para paliarla ya desde este mismo 2021. Es imperdonable que el empobrecimiento generalizado en el que nos adentramos en el Sur de Europa nos pille desprevenidos, puesto que los datos los tenemos frente a nuestras narices.
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El endeudamiento de los hogares españoles ha aumentado no sólo en 2020 sino también en el primer trimestre de 2021, y subiendo. A la vez, la renta disponible de las familias ha descendido de manera muy significativa. Y es significativa porque esa disminución del ahorro se produce en pleno aumento del paro y con perspectivas de que siga aumentando, siendo ambos datos generadores tradicionales de un aumento del ahorro y la precaución del gasto en los hogares. Dicho en otras palabras, las familias españolas se están arruinando y, sin margen de maniobra, tiran de cualquier ahorro o endeudamiento posible para meramente sobrevivir. Los beneficios reservados por las PYMES y los ahorros conseguidos por los asalariados durante años y años de sacrificios, se han esfumado en apenas 4 trimestres. Y no sólo ha desaparecido su salvavidas de emergencia sino que el endeudamiento al que se han visto empujados para sobrevivir les ha forjado unos pies de cemento.
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Además, la destrucción de empleo obviamente viene de la mano de la destrucción del tejido empresarial. Y por tanto la formación de capital e inversión empresarial ni están ni se las espera. Los ERTEs maquillan políticamente la escabechina del empleo, pero sólo lo harán temporalmente puesto que cuando la polvareda de las medidas demagógicas se disipe, la cruda realidad de nuestro tejido empresarial y mercado laboral nos abofeteará sin paliativos.
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Papá Estado tampoco podrá hacer nada más que lamentar su estrepitosa derrota. Las previsiones de gastos e ingresos eran irreales incluso sin COVID-19, tal y como venían advirtiéndonos los euroburócratas de la UE. Pero es que la pandemia ha hecho añicos incluso la credulidad fantasiosa de los groupies más incondicionales del gobierno. Los fondos europeos son ridículos y destinados, ante la sopresa de cualquier mente lúcida, a digitalizar y hacer más ecológica la industria y las empresas españolas, no a salvarlas. Al final esos fondos quedarán en manos de los de siempre, lejos de la agónica economía real.
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No obstante, la partida de Monopoly en la que la banca (BCE) sigue prestando dinero infinito, difícilmente acabará en el default de ningún miembro significativo de la UE. Pero sí que podremos ver un ajuste fiscal extraordinario impuesto por el Norte de la UE (a buen entendedor pocos eufemismos bastan). Y mientras ello ocurre, la miseria va calando y se va extendiendo silenciosamente, como una mancha de aceite, en lo que antaño fue un Estado del Bienestar.
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Los problemas de la economía española han aumentado tremendamente y lo seguirán haciendo en los próximos años post-pandemia, a pesar de que la vacunación masiva nos devuelva la normalidad. Porque la normalidad del Sur de Europa en general y de España en particular es la decadencia económica y la extenuación fiscal. Nuestra población está desempleada, es poco productiva y su envejecimiento progresivo la hace aún más extractiva de un Estado que está exhausto. Y el abuso fiscal es el pan para hoy del gobierno de turno, pero el hambre para mañana es de todos los españoles.
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En este escenario deprimente no sólo tenemos que sacar adelante a nuestras familias, sino que también debemos pensar en el futuro que les espera a nuestros hijos y a las futuras familias que ellos formen. Y lo mejor para ellos va a ser emigrar hacia países cuyas economías son florecientes y con el viento del crecimiento a favor, que los hay. No es fácil emigrar y salir adelante, y por ello debemos dotar a nuestros hijos de los conocimientos, las herramientas y los bagajes más potentes posibles para abrirse camino en el mundo, tal y como explicamos en «El siniestro futuro de nuestros hijos en España ¿Qué podemos hacer los padres«.
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Pagar para nuestros hijos una formación universitaria internacional y prestigiosa será nuestra mejor herencia puesto que les dotará de alas y dientes para volar y comerse el mundo en economías crecientes y saneadas. Si por el contrario les dejamos en herencia el equivalente del coste de esos estudios internacionales en saldo bancario o en ladrillo (ver detalles de costes de Universidad en USA todo incluido), les estaremos condenando a una lucha constante en España por vivir de manera mínimamente holgada, en un entorno económicamente hostil y con un gélido viento permanente en contra. Y muy poco les van a durar esos 100.000 eurillos más en el banco o medio apartamentito más en la playa. Para mis hijos no quiero eso. Quiero que vuelen hacia economías prósperas con la mejor preparación que hoy les pueda planificar.