¿Cómo refugiarnos en la Guerra de Divisas?
Excplícito y chulesco como nunca ha sido el anuncio del Banco Nacional de Suiza (SNB), en el que dice que venderá CHF «de forma ilimitada»para mantener el tipo de cambio respecto al Euro por debajo (es decir arriba) de 1,20 CHF/EUR. Ahí es nada. Un relativamente pequeño banco central pretende limitar la capacidad del todo poderoso Mr. Market para comprar todos los CHF que le dé la gana. Y probablemente lo consiga a corto plazo, ya que los especuladores no tienen la capacidad de aunar sus fuerzas de forma coordinada. Pero a largo plazo todos calvos. Y tan posible es, que con el tiempo el Mercado (todos nosotros) agote las fuerzas del SNB, como que simplemente se desvanezca el afán por buscar refugio en la divisa suiza debido a una relajación o cambio del escenario económico global. Sí, sí, algunos diréis que para el banco central suizo le ha resultado muy fácil soltar ese órdago en la cara del facilón e inoperante BCE. Y que otro gallo cantaría si se hubiese atrevido a enfrentarse a países mucho más enfrascados en la guerra de divisas, como el Reino Unido o los EE.UU. Pero en cualquier caso el hecho es que después de dicho anuncio desafiante del Scweizerische Nationalbank, la guerra de divisas global está más viva y sangrienta que nunca, y los proteccionismos nacionalistas a flor de piel.
Escribimos unos cuantos artículos sobre los inicios de esta guerra de divisas hace ya casi 3 años. Y lo hicimos con títulos como «La Era de las Devaluaciones«, su segunda parte, y tan sólo hace 6 meses con el post acerca de la posibilidad de que nuestra moneda única se hubiese convertido en la «Bad Currency o divisa mala» del Sistema.
Ante tanto fuego cruzado en esta guerra de guerrillas monetarias, los inversores buscan desesperadamente apoyar sus patrimonios en monedas y activos que no se deprecien. Pero ante la quizá transitoria desaparición del liderazgo del USD, bien harían dichos inversores en evitar divisas cuya revalorización venga dada por la propia debilidad de los fundamentales de sus respectivas economías nacionales, como por ejemplo el Euro o incluso el Yen. Estos países vienen ejerciendo de pardillos en una timba de póker financiera a muerte. Y la causa la encontraremos en la inoperancia de sus dirigentes y en los gravísimos fuegos que deben apagar constantemente y que polarizan toda su escasa capacidad de reacción (y conocimientos financieros).
Por todo ello, muchos son los inversores que se han abalanzado en mayor o menor medida sobre el oro, como «refugio», cuyo valor se ha multiplicado por 3 en los pasados 4 años. Pero también en las divisas de países con brillantes (en el mundo de los ciegos, el tuerto es el rey) fundamentales, como la corona noruega, el franco suizo, el dólar canadiense o alguna otra.
Refugiarse en divisas tiene indudables ventajas respecto al oro, que a algunos pueden pasarles desapercibidas. Una de ellas es que el propio activo monetario se puede a su vez invertir. Sin embargo el oro, como citó Paramés en la última reunión anual de partícipes, es un activo inerte, incapaz de revalorizarse por sí mismo, como por ejemplo sí lo hacen las empresas con buenos negocios. Los inversores en oro no pueden hacer más que tratar de elegir el tíming óptimo para comprar y vender. Lo guardan en las cámaras acorazadas de sus bancos o en sus carteras y nada más. Sólo la especulación en sus precios puede aumentar su valor y generarles beneficios. Si compramos oro, con él ya no podemos invertir en nada más, a diferencia de lo que sucede con las divisas. Invertir mediante el oro no es posible, ya que és de por sí una inversión a almacenar, a la espera de que la especulación sobre su precio nos dé beneficios. En cambio, las buenas empresas están vivas y sus negocios ingresan, gastan, compran y venden a diario, acumulando beneficios con el paso del tiempo. Alguien dijo una vez que las empresas mejoran o empeoran, pero nunca se mantienen. Los buenos negocios crecen, y tarde o temprano acaban siempre convenciendo al Mercado de que el valor de sus acciones deben subir sí o sí.
Aclaremos ahora el verdadero significado que tiene «buscar refugio» y distingámoslo claramente de la codicia y la especulación. La mayoría de inversores pretenden colocar sus patrimonios (recordemos una vez más que eso incluye todos sus valores financieros, inmobiliarios, corporativos, etc.) en activos refugio que se aprecien respecto al resto y que esté resguardado de peligros y riesgos futuros. Pero no nos engañemos: Cuanta más apreciación queramos conseguir con dicho «refugio», más cercanos estamos de la especulación y más nos alejamos de la búsqueda de la esencia del refugio que nos evite depreciaciones. Porque la aspiración del buscador de refugio no debería en ningún caso ser el aumento de su riqueza, ya que para ello están ya las inversiones. El refugio debe servir para mantener nuestros activos alejados de riesgos coyunturales y devaluaciones. Nada más. Y confundir estos conceptos nos lleva a especular ferozmente bajo la piel de cordero de la búsqueda de refugio. Y casi todos los casos, a medio y largo plazo, cuando alguien especula creyendo refugiarse, suele alejarse muchísimo de las buenas inversiones. La prueba la tenemos hoy en día, con un Mercado repleto de especuladores que apuestan codiciosamente por el oro o por el CHF (con el permiso del SNB), pretendiendo o incluso creyendo buscar refugio.
Una vez hemos distinguido claramente quienes tratan de buscar mero refugio de quienes especulan (consciente o inconscientemente), vamos a proponeros otra manera de encontrar verdadero refugio ante los riesgos de devaluación en esta guerra de divisas, sin tener que renunciar a nuestra capacidad de realizar excelentes inversiones: La inversión en empresas con negocios globales cuyos ingresos se producen en muy diversas monedas. Huelga decir que este refugio no es adecuado para aquellos que no soporten sufrir potenciales bajadas de precios a corto plazo, claro está, ya que será el esquizofrénico Mr. Market quien nos martilleará a diario con histéricas y absurdas valoraciones, para bien y para mal. Y como dijo el Maestro, el Mercado nos debe servir, pero nunca nos debe instruír.
Aclarado esto, la realidad es que para gran número de inversores pasa desapercibido el hecho de que comprar acciones de empresas denominadas en EUR, USD, CHF, etc, no les condena al comportamiento que esa divisa tenga contra su propia moneda de referencia, siempre eso sí, que sus negocios sean globales. Obviamente esta globalización de los ingresos de esas empresas, tampoco les protege de los vaivenes de los cruces en esta guerra, pero sin duda minimizan el riesgo mediante la diversificación. En muchos casos, además estas empresas globales ingresan divisas emergentes mediante sus areas de negocio en dichos países, que hoy por hoy son aún mayoritariamente susceptibles de revalorización, repercutiendo positivamente en los beneficios como es lógico.
Pero sin perder de vista la voluntad original de proteger nuestros activos de las devaluaciones y guerras de los bancos centrales (recordad que no estamos especulando), las inversiones mediante acciones de empresas con ingresos multinacionales son una opción muy válida. Y además ese refugio multidivisa, a diferencia del oro como ya hemos visto, es perfectamente compatible con una correcta gestión de las inversiones. Porque lo que diferenciará la brillantez de nuestras inversiones respecto al mero refugio, será la correcta selección de empresas y precios que seamos capaces de realizar. (Desde aquí, como siempre, os recomendamos que os asesoréis convenientemente para seleccionar los mejores gestores del mundo y para encontrar la manera de poder aprovecharos de su gestión.)
Si una empresa con facturación global en divisas como GBP, JPY, EUR, USD, CAD, AUD, divisas emergentes, etc., obtiene beneficios, éstos llevarán intrínsecos los perjuicios y ganancias relativas a los cambios cruzados de su mix de divisas. Porque en nuestros días muy pocas empresas globales utilizan coberturas de cambio más allá de las puntuales compras de materiales a plazo. Además, toda multinacional trata de optimizar sus costes mediante deslocalizaciones y estructuraciones globales que le permita beneficiarse de sueldos, costes y gastos en general en los países que le resulte más barato, efecto divisa incluído. Por tanto, no sólo los inversores en estas empresas obtienen el beneficio de la diversificación/optimización en los ingresos multidivisas, sino también en los gastos de dichas corporaciones globales. En definitiva todos esos cruces de divisas se repercuten fehacientemente en la evolución de su Valor corporativo. Y a medio y largo plazo en la cotización de sus acciones, refugiando de la guerra de divisas a sus inversores de manera más que aceptable. Esa protección es un beneficio adicional que no ofrecen otros activos como por ejemplo la renta fija, ni siquiera la corporativa de estas mismas empresas globales.
Tenemos pues ante nuestros ojos un buen y versátil refugio ante devaluaciones monetarias en plena guerra de divisas. Y lo que es aún mejor, este refugio nos permite invertir en las mejores empresas de un mundo más global que nunca. Lo que ocurre es que para la mayoría de inversores, de manera consciente o inconsciente, es más atractiva la volatilidad de la especulación que la paciente evolución y crecimiento de las empresas y negocios. Por eso el tiempo corre en contra de los especuladores y a afavor de los inversores. Y es que en esta ocasión son los árboles, y la inconsciente codicia especulatoria, los que nos están impidiendo ver el bosque que nos refugiará de la guerra de divisas a campo abierto.