Bretton Woods 1944 – New York 2008
Allí se deberían cortar cabezas en el más solemne, exhaustivo y trascendente sentido de la palabra. Desde regulaciones muy restrictivas a prohibiciones de prácticas y productos financieros que se han demostrado o tan sólo sospechado perjudiciales. También cabezas físicas: Del FMI y de los responsables de aquellos países que no estén aplicando correctamente las medidas de emergencia adoptadas hasta hoy y las que se tomen hasta la misma cumbre. Espero por el bien de todos que se haga justicia también con las Calificadoras de Riesgo, y que se determine cuando menos la «castración química» de los calificadores que titulizaron a martillazos hipotecas NINJA (No Income, No Job or Assets) con flamantes etiquetas con muchas A.
Personalmente pienso que el caso de dichas calificadoras es el más flagrante. Pero lo más escandaloso es que siguen calificando desvergonzadamente. Sin ir más lejos, sólo al día siguiente de que el gigante UBS fuese trasfundido por el Estado suizo, se le degradó su rating y outlook. En cambio su tambaleo era ya evidente a ojos de todos desde que se reconocieron graves efectos detructivos de la caída de Lehman Brothers en sus balances. Lo dicho: Castración química y una temporadita en Guantánamo no sería un castigo muy desproporcionado, ya que la mayoría de los presos allí recluídos jamás perjudicaron tanto a los EE.UU. ni al Sistema financiero mundial como estos trileros con corbata.
Vamos a ver cómo evolucionan estas determinaciones de regulación aparentemente sólidas y los escarmientos públicos y privados. Esperemos que la asistencia sólo presencial de Bush, al que acompañará ya el equipo del nuevo presidente (previsiblemente Demócrata), no impida reformas profundas que hoy por hoy encuentran una gran oposición Republicana.
Se habla ya de la toxicidad de Hedge Fuds y de paraísos fiscales, aunque de éstos últimos sólo sea criticable la opacidad para domiciliar sociedades emisoras de títulizaciones. Es decir, no se recrimina la baja o nula fiscalidad de estos paraísos, sino su falta de regulación que permite emitir titulizaciones de deuda bajo un aparente, y sólo aparente, paraguas de entidades solventes. Así, muchas grandes empresas han emitido deuda a través de pseudo-filiales domiciliadas en paraísos fiscales, que a la hora de la verdad han dejado caer por tratarse de sociedades emisoras con mínimos o nulos vínculos legales con la multinacional que puso en su día imagen y nombre. En esta práctica, durante años no fue necesario declarar públicamente la ausencia de vínculo legal firme entre la sociedad emisora y la multinacional que ponía el nombre y la imagen, ya que era impensable un evento de crédito, pero en los últimos meses y me temo que durante un tiempo todavía: Tonto el último.
Ante esta práctica de juzgado de guardia, deberían demonizar a la pseudo-matriz y por supuesto a la matriz de facto, y no al paraíso fiscal. Es indudable que regulando mejor la transparencia legal de estos países será más difícil repetir estas malas artes. Pero los paraísos fiscales, como lo que su propio nombre indica, siempre serán convenientes en un entorno a menudo sobrefiscalizado. Siempre que colaboren contra el blanqueo de capitales y contra las prácticas fraudulentas de titulizaciones, aunque como ya hemos dicho, esa responsabilidad debe depurarse en la multinacional que realmente se beneficia de esa emisión domiciliada en un paraíso fiscal. ¿Se hará? Deberé verlo para creerlo, pero necesitamos creer en los políticos que van a ocuparse de intentar salvarnos.
Sarkozy, Brown y Obama tienen la oportunidad de pasar a los libros de Historia con un peso específico digno de los Grandes Nombres como De Gaulle, Churchill o Lincoln. Para los de la era de Bretton Woods, siempre nos quedaba París… Esperemos que a partir de ahora siempre nos quede New York y que Guantánamo por fin tenga un sentido global.
El carácter es la virtud de los tiempos difíciles.El precio de la grandeza es la responsabilidad.Casi todos podemos soportar la adversidad, pero si queréis probar la talla de un hombre, dadle poder.
Abraham Lincoln (1809-1865)