Los embargados ya no pueden poner gasolina
Este mes de mayo 2008 las solicitudes de ejecuciones hipotecarias en los EE.UU. han aumentado un 48% respecto al mismo mes del 2007. Si contabilizamos también los avisos oficiales de incumplimientos, 261.255 familias han faltado a sus obligaciones hipotecarias, o sea casi uno de cada mil habitantes de la primera potencia económica mundial. En los últimos 29 meses siempre ha aumentado la cifra interanual de ejecuciones hipotecarias. En concreto éste último mes 1 de cada 483 hogares ha sido ejecutado promediando todo el país, pero hay estados como Nevada donde la proporción es 1 de cada 118 hogares. También California y Arizona están sufriendo la terrible resaca de embargos después de la borrachera hipotecaria de los últimos 8 años.
Otra cifra escalofriante: En España un 10% de las hipotecas superan el valor de los inmuebles hipotecados. No sé a vosotros, pero a mi me dio mucho que pensar, sobre todo si tenemos en cuenta que se obvian muchos peritajes obsoletos que a nadie le conviene actualizar.
Los embargados, o los que lo van a estar, no sólo pierden en favor del banco su mayor o menor porción de vivienda que ya era suya, sino que también ven como el petróleo afecta fatalmente a sus bolsillos. Si esta crisis energética se hubiera producido antes, se habrían ahorrado algunas cuotas de su hipoteca, empeorando aun más los balances de sus bancos acreedores. Dicho de otro modo, el incremento de precios hará que muchos ya no puedan hacer frente a sus créditos, provocando más y más ejecuciones.
Llegados a este punto, si está siendo tan vital el desplome de los intereses en EE.UU. para salvaguardar el sistema financiero lo es aun más, si cabe, la moderación en la escalada energética. Un crudo a 150, 200 o 250 US$ por barril hará inútiles las costosísimas medidas adoptadas por FED, BCE y otros muchos bancos centrales. Los descensos de tipos, las inyecciones de liquidez al sistema… todo se lo llevará por delante la asfixia económica energética y su inflación de primera ronda. El G8 ya advirtió de este peligro el pasado sábado con comentarios inusualmente agresivos.
La distopía petrolífera ha desplazado de los titulares al credit crunch, pero ambas crisis conviven coincidiendo en tiempo y espacio. Y esta convivencia de dos escenarios tan graves es inaudita, histórica y espeluznante. Además existen efectos colaterales derivados de éstas que agravan la perspectiva, como por ejemplo la vergonzosa crisis alimentaria del tercer mundo, causada por la súbita sobreproducción de biocombustible, que se extiende peligrosamente también al segundo mundo.
Algunos no se dieron cuenta de la gravedad de la situación hasta el pasado mes de Enero, cuando la bolsa tuvo un breve periodo espasmódico. Pero como no fue más que un «coitus interruptus» y algunos siguen asociando exclusiva y torpemente la palabra «crack» al de 1929, muchos siguieron (incluso alguno todavía sigue) pensando que si las bolsas no se desploman será porque la cosa no está tan mal.
Los ciclos han desaparecido y el nuevo orden económico global todavía nos resulta caótico. Un caos que comprenderemos con el tiempo. Esta crisis es tan inaudita e histórica que ni siquiera un crack bursátil tradicional nos puede guiar en el camino del actual escenario. Ya desde el pasado verano venimos diciendo que nuestra economía de hoy formará parte de los libros de texto económicos de las generaciones futuras. Pero vamos camino ya de tesis doctoral.
El otro día un director regional de una conocida banca privada española me dijo: «El único motivo que tienen las bolsas para subir, es que no existe ningún motivo«. Frase lapidaria donde las haya, sobre todo viniendo de un cargo como el suyo. Esta crisis es The Big One, sin duda. Quizás nos daría alguna clave releer el artículo de mi colega GFO «Inflacionar o Morir».
Para acabar os dejo con un fragmento del comentario que hizo Manuelmad (lo siento pero no sé dónde linkarte) a nuestro artículo de Mad Max, y que suscribo totalmente:
«Igual vivo en el mundo de la alegría, pero prefiero pensar que los años que tengo por delante van a ser los años de mayor desarrollo tecnológico y cultural de toda la historia, precisamente por la crisis que se nos está viniendo encima.
Hace poco leí a un artículo sobre el milagro de Singapur, un país que no tenía nada y que hasta hace muy poco era tierra de mosquitos y enfermedades. El reportero preguntaba a un empresario como lo habían conseguido, la respuesta fue que la escasez da eficiencia y la eficiencia da riqueza.
Momentos como estos son los que cambian el desarrollo del mundo. Si son para mejor o para peor, eso ya depende de la óptica con la que cada uno lo mire.»
Como dijo Victor Hugo:
«El futuro tiene muchos nombres. Para los débiles es lo inalcanzable. Para los temerosos, lo desconocido. Para los valientes es la oportunidad.«