Bonus y Risky Business.
Algunos no han entendido nada y creen que la maldad de las bonificaciones viene dada por su cuantía. Pero nada más lejos. Los miles de millones que los banqueros en su conjunto tenían asignados según la consecución de sus objetivos son una gota de agua en el mar de apalancamiento, insolvencia y quiebra de la banca mundial. Son cantidades probablemente indecentes, inmorales respecto al daño que han hecho al Sistema las estrategias aplicadas para conseguirlas. Pero en sí mismas, son cantidades que están muy lejos de ser la causa de las dificultades contables por las que atraviesa el sistema financiero. Todos los bonus sumados no son más que peanuts en los agujeros contables que sufren los bancos en todo el mundo. Aunque pensándolo bien, la denuncia de esas intranscendentes cantidades ante la opinión pública quizá sea sólo una forma de justificar una regulación para evitar la perversión del sistema de incentivos que nos arroja al Risky Business.
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Por lo tanto, ¿cuál es la verdadera razón para demonizar y regular esas bonificaciones? ¿Por qué el G20, bancos centrales y resto de gobernantes han puesto su empeño en controlar y modificar estas comisiones de éxito para los banqueros mundiales? La razón es muy sencilla: Las estrategias y políticas bancarias que se deben realizar para conseguir esos bonus se han evidenciado letales para la estabilidad del Sistema. Con la finalidad de llevarse una bonificación millonaria, los dirigentes de los distintos bancos deben arriesgar para conseguir cifras de crecimiento, beneficio y en definitiva éxitos para la entidad de forma desmesurada e imprudente, poniendo así en peligro la estabilidad de la banca en su conjunto, y con ello la estabilidad del sistema capitalista en su totalidad. El premio por éxito, cuando se trata de empresas vitales para el sistema como la banca, que deben darle estabilidad, es algo perverso porque pone en peligro la propia supervivencia del sistema financiero. Así, la mayoría de altos cargos de la gran banca no dudaron en arriesgar mucho más de lo deseable básicamente por dos razones:
- Inconsciencia del riesgo asumido.
- Bonificación personal irresistible.
En cuanto a la inconsciencia, todos parecíamos vivir en un Sistema sostenible, eterno e imbatible. Al fin y al cabo, hace poco más de un par de años ¿quién habría podido pensar que se podía colapsar la banca mundial en su conjunto? No obstante algunos tachados de agoreros dementes lo hicieron hace ya 5 años (impresionante releer las palabras de Roach, ¿verdad?). Pero los banqueros susceptibles de ser bonificados no vieron o no quisieron ver la peligrosidad de llevar a sus entidades hasta el infinito y más allá.
Hoy ya se está intentando ir hacia un modelo algo menos peligroso aunque esencialmente igual de perverso. Así pues, Sarkozy intentará convencer al G20 para que apliquen las bonificaciones a los banqueros en paquetes de 3 años, obligándoles a mantener el éxito durante el trienio si quieren acceder a la bonificación. Así, se eliminará la aberración de que un banquero cobre success fee con un sólo ejercicio exitoso entre años malos. Pero repetimos que el sietema de bonificación sigue siendo esencialmente perverso.
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Cuando hablamos de una ecuación riesgo/beneficio como la existente en la banca, la retribución por resultados (beneficio=bonus) tan lógica y extendida en el mundo empresarial, deja de ser aplicable. Cuando tenemos entre manos empresas con capacidad de apalancarse más de 25 o 50 veces, con una interconexión global de todo el sistema financiero y con garantías exigibles susceptibles de burbujas como la inmobiliaria, la bonificación no puede dejarse en manos exclusivamente del beneficio de la entidad. Es por lo tanto inconcebible que la gestión adecuada y prudente del riesgo sea un concepto ajeno a la bonificación de los dirigentes de la banca. Porque lo que se está poniendo en peligro es la estabilidad de todo el Sistema y no sólo la bonificación personal de unos directivos o el futuro empresarial de la entidad. La globalización; el apalancamiento; el monopolio del mercado (prácticamente nadie está exento de relacionarse de una u otra forma con el sistema financiero) o fondo de comercio universal; o la tenencia del endeudamiento íntegro de la población a lo largo de sus vidas (incluso más de una), por poner unos ejemplos, hacen del sistema bancario mundial una Razón de macro-Estado para velar por su estabilidad y solidez.
Hoy, como decíamos, vemos un consenso en la condena de las bonificaciones en base a éxitos (success fee) de los directivos de banca. Todo el mundo es consciente de la perversidad de incentivar a título personal el crecimiento del beneficio de la banca. Si la zanahoria que ponemos frente al burro que tira de nuestro carromato para que avance es demasiado suculenta, podemos romper el eje por velocidad excesiva, volcar en la primera curva o descoyuntar fatalmente el convoy entero. Y es que en ese carro no viaja sólo nuestra familia o empresa sino que, a remolque, lo hace también la estabilidad del sistema financiero en su conjunto, y por tanto ese riesgo no debe existir. Es evidente que la nacionalización de la banca es una pésima solución que nos llevaría a la más absoluta ineficiencia, nada más lejos de mi intención. Pero también resulta evidente que la elección de la zanahoria debe seguir criterios que vayan mucho más allá del beneficio de la entidad. Tratar a sus directivos exclusivamente con incentivos sobre resultados como en cualquier otra empresa, es temerario, inapropiado y se ha demostrado catastrófico. Objetivos y gestión del riesgo (de entidad y también sistémico) deben ser contemplados en las bonificaciones de los dirigentes de la banca, regulaciones aparte.
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Lo curioso es que esa misma perversión del sistema de bonificación, cuyos efectos negativos casi todos consensuamos hoy, es exactamente el mismo concepto perverso para quienes aceptan gustosos la bonificación por éxito en la gestión de una cartera personal o una gestión patrimonial en general. Para los que pagan comisiones en función de lo que un asesor o gestor les haga ganar, el resultado es esencialmente el mismo: Abandono de la correcta gestión del riesgo en pos de una bonificación que sólo se conseguirá con grandes beneficios. Aún así, muchos que condenan los bonus de la banca, siguen pagando a sus gestores de la misma forma sin comprender que sufren la misma perversión en el trato de sus activos. Pero claro, en esos casos en lugar de la estabilidad del Sistema financiero sólo se pone en riesgo la estabilidad del patrimonio familiar. Allá cada cual.
La verdad es que no nos enteramos de nada. Bastante tenemos ya cada uno con lo suyo, supongo. Y quien se entera de algo, tampoco es que pueda hacer gran cosa. ¿De qué sirve entonces no tener venda, o al menos haberla podido retirarla, aunque sólo sea un poquito?No sé qué me da más rabia, si el hecho de que asuman que por ser masa soy imbécil, o comprobar que en la gran mayoría de casos, lamentablemente, tienen razón.No sé, hoy quizá estoy un poco negativo…Salud.
MidNight 09/09/2009