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El 2015 puede ser el annus horribilis para el inversor tradicional.

Antes de enumerar algunos riesgos a los que nos enfrentaremos este año, definamos lo que entendemos por «inversores tradicionales». Como tales pueden calificarse la inmensa mayoría de inversores particulares e incluso muchos institucionales. Y son aquellos que invierten su dinero en productos clásicos de renta fija y renta variable comercializados habitualmente por la banca. O sea, bonos y acciones cotizadas y fondos de inversión de todo tipo que invierten en esos mismos activos, pagando jugosas comisiones a los comercializadores (bancos) para que los coloquen entre sus clientes. Activos que han funcionado bien años atrás, cuando el sistema financiero no estaba desbordado por la deuda y la actuación de los bancos centrales.

No debemos perder de vista que el caldo de cultivo para que la mayoría de inversores tengan un año aciago está servido: Bolsa norteamericana para nada barata; bolsa europea con negros nubarrones de deuda que ponen en riesgo la propia existencia de la Eurozona tal y como la conocemos; bolsas emergentes con perspectivas económicas muy divergentes; y una renta fija global a precios prohibitivos debido a la distorsión que ejercen los bancos centrales desde hace ya más de un lustro a diestro y siniestro. Veamos estos y otros peligros con más detalle.

Uno de los riesgos a los que se enfrenta el inversor tradicional en este 2015 (y 2016…) es la potencial moderación o incluso caída de la bolsa norteamericana, puesto que el QE ya se secó y ese mercado queda ya a merced de su propio potencial de incremento de beneficios empresariales en base al crecimiento económico. Sin dopaje ni esteroides que le sigan impulsando hasta el infinito y más allá. Es cierto que puede seguir subiendo un tiempo más, pero sin justificación fundamental. Y todo buen inversor sabe que comprar empresas sin fundamentales atractivos, o sea cuando no están baratas y con la intención de venderlas cuando estén muy caras, es cuando menos temerario.

En cuanto a la renta variable europea, la verdad es que no está cara. Pero las incertidumbres internas que suponen la insolvencia -quizá definitiva- del sur de Europa, y los gobiernos populistas que promulgan la desobediencia institucional hacia la Troika y sus políticas de austeridad, hacen de la Eurozona un avispero temible para cualquier inversor en los próximos 24 meses. Por no hablar del resurgimiento de la extrema derecha y su pensamiento ultra-nacionalista y anti-inmigración, una involución en toda regla que está en las antípodas de lo que era la esencia del proyecto comunitario. Nadie sabe hoy en día hacia donde se dirige la Eurozona pero lo que es seguro es que dentro de 5 años será muy distinta a la actual, puesto que es insostenible esconder por más tiempo la insolvencia de Grecia, y quién sabe cuántos más países periféricos pueden verse arrastrados.

Si vemos la renta fija tradicional, o sea los bonos soberanos y corporativos cotizados, con sus ratings prostituidos pero aún determinantes, el panorama es aún más pesimista. Al sobreendeudamiento de los emisores del mundo desarrollado, hay que añadir el precio desorbitado al que cotizan actualmente. Los bancos centrales se han encargado de que emisiones de deuda insolvente coticen con rendimientos muy bajos, o sea a precios muy altos (bonos españoles, portugueses, griegos, franceses, italianos, japoneses, norteamericanos, etc). Y la consecuencia lógica de ello es que los solventes coticen con rendimientos a prácticamente cero o negativos. Un incentivo maquiavélico y perfecto para que el dinero fluya comprando deuda de solvencia dudosa en busca de algo de rendimiento. Al fin y al cabo, alguien debe mantener a flote el sistema, y qué mejor que lo hagan algunos inversores institucionales junto con la casi totalidad de inversores particulares y ahorradores. Así se viene consiguiendo en los últimos años que el pez se muerda la cola y la pelota de deuda siga rodando. Cuanto menor es el rendimiento de la deuda solvente más dinero fluye hacia la insolvente en busca de rendimiento, manteniendo así su precio elevado y su rendimiento bajo. No importa que la solvencia sea más que dudosa, lo importante es que la música siga sonando y que la banca siga colocando el dinero de sus clientes en deuda cara e insolvente a cambio de unos miserables puntitos de rendimiento. La reflexión generalizada parece ser: «Total, como no hay inflación, un 3% anual, bueno es». Y de paso se obvia que ese 3% lo está ofreciendo un papel mojado de un emisor superendeudado con un vencimiento a muchos años, que caerá en fallida en cuanto la rueda empiece a pararse.

Así hemos venido funcionando en los últimos 3, 4 o 5 años, pero quizá este 2015 sea el punto de inflexión. Un alto en el camino que puede venir marcado por ejemplo por el default de Grecia (o reestructuración de su deuda en lenguaje políticamente correcto) en el primer semestre, o por el aumento de tipos en los EE.UU. en el segundo semestre. Ambos acontecimientos pueden sin duda desestabilizar el frágil equilibrio que permite a los inversores tradicionales no perder dinero (o incluso ganarlo) hasta hoy en renta variable y renta fija. Pero el gran desestabilizador que se ha cernido sobre todo el planeta es sin duda el hundimiento del precio del petróleo. Una caída de precios que Arabia Saudí (y quien sabe si el propio Estado Islámico y/o los EE.UU.) está utilizando como arma arrojadiza para modificar el orden (sic) mundial establecido. En definitiva, razones no faltan para que la pelota de solvencia virtual y el dopaje de bolsas desarrolladas llegue a su fin en los próximos trimestres o semestres.

La cuestión que debería preocupar a todo inversor es encontrar la alternativa a la inversión tradicional, que tan negro horizonte tiene por delante. Encontrar un activo que le permita ganar dinero de manera estable ante tanta inminente volatilidad e incertidumbre. Hay que decir que existe Valor en determinados mercados de bolsas emergentes, claro está. Pero resulta peligroso invertir en los típicos fondos emergentes que las grandes gestoras comercializan a través de los bancos, puesto que mezclan países y economías muy diversas, que pueden reaccionar de maneras muy distintas a los acontecimientos que vivimos y viviremos próximamente. Por tanto, es mejor hacerlo en gestoras boutique locales de los países con más estabilidad y Valor en su empresas y economías. Que conocen muy bien su país porque están localizados in situ, viviendo el día a día de esas economías y sus medidas y perspectivas gubernamentales y económicas. Si pensamos que por ejemplo Tailandia tiene buenas perspectivas debemos invertir en la mejor gestora local taliandesa, o sea en el Bestinver tailandés (bueno, lo que fue Bestinver antes de la salida de sus gestores estrella). Lo mismo en China, Hong Kong, Korea, Chile o Rusia (si el precio del crudo lo permite). Siempre buscando la mejor gestora local con filosofía Value. Pero claro, la mayoría de esos fondos no se incluyen en el catálogo de ventas de la banca internacional, y los banqueros tratarán de colocar sus fondos -o los fondos de las gestoras con las que tienen acuerdos de comercialización, o sea comisión- emergentes con mezclas gestionadas a cierta distancia física o psicológica. Hay que decir también que a pesar de ser capaces de invertir en estas brillantes gestoras boutique locales, la volatilidad va a estar presente, puesto que las turbulencias en Europa, EE.UU. y/o en los precios del crudo, van a afectar globalmente. Pero como ya deberíais saber, volatilidad no significa en absoluto riesgo. El riesgo es comprar empresas caras en función de sus beneficios presentes y futuros, eso sí genera pérdidas definitivas.

Para la parte de las carteras que no pueden soportar las volatilidades de la bolsa, la solución pasa por prestar o invertir nuestro dinero a cambio de que nos lo devuelvan con intereses o beneficios, al igual que ocurre con la renta fija tradicional. Pero haciéndolo en activos alejados de la insolvencia y la volatilidad de las valoraciones de los bonos cotizados. Como ya comentamos en «Generando rentas en un escenario de bonos caros y subida de tipos«, entre las diversas estrategias que estamos llevando a cabo en estos momentos encontramos: Préstamos puente a empresas norteamericanas, canadienses o australianas por 60 o 90 días, inversión en mercados hipotecarios con precios inmobiliarios al alza como en los EE.UU, arbitraje en operaciones de comercio de materias primas internacionales, compra de seguros de vida, etc… Todas ellas a través de fondos de inversión que garantizan una correcta diversificación, siendo estrategias que no se ven afectadas directamente ni por el precio del crudo, ni por subidas de tipos de interés, ni por un aumento de las insolvencias, caídas de la cotización de los bonos, etc. Es decir una generación de rentas que hoy en día, ante el escenario global al que nos enfrentamos en este 2015, es y va a ser como oro puro para el inversor tradicional. Lástima que la mayoría seguirán invertidos en deuda potencialmente insolvente y volátil como nunca habrían imaginado.

  1. De lo que no estoy nada seguro es que el QE se haya terminado, la versión oficial si pero la real …

    Franlodo 09/01/2015
  2. […] El 2015 puede ser el annus horribilis para el inversor tradicional (Cluster Family Office) […]

    Artículos recomendados para inversores LXXAcademia de Inversión – Aprende value investing desde cero 09/01/2015
  3. […] en el mercado de renta fija tradicional en los próximos trimestres o años (podéis releer “El 2015 puede ser el annus horribilis para el inversor tradicional“). Grecia y su flamante presidente Tsipras tan sólo serán los primeros en proclamar que el rey […]

    La CNMV se blinda ante un previsible colapso en la renta fija 09/01/2015

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