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El Estado de Excepción Sindical

Que se deban tomar medidas excepcionales ante situaciones excepcionales es de puro sentido común. Y el Estado de Excepción es un régimen que puede declarar el gobierno de un país en situaciones especiales. Es un mecanismo temporal contemplado en las constituciones de los paises en caso de que un gobierno determine que exista alguna situación extraordinaria, como catástrofe natural, perturbación grave del orden interno, guerra exterior o cualquier otro peligro considerado suficientemente grave, con la finalidad de afrontarlo adecuadamente. Habitualmente, un régimen de excepción contempla la suspensión o restricción de ciertos derechos fundamentales, e implica temporalidad, hasta que se regularice la situación excepcional. También se conoce como Estado de alarma, de sitio o de emergencia.

Una vez definido el concepto, a nadie con los suficientes conocimientos de Economía se le debería escapar que la situación que estamos viviendo en la periferia de la Eurozona es tremendamente excepcional. Tanto que está en riesgo la mismísima unidad de dicha Eurozona, la integridad del Euro, la solvencia de la banca, la soberanía de los países, la solvencia de los Estados o la paz social, amén del Estado del Bienestar, por poner sólo algunos ejemplos. Si la situación económica actual de la periferia europea no merece la declaración temporal de alarma o excepción, que baje Dios y lo vea. El problema es que quien debe verlo son los gobernantes, o sea los políticos, que no son más analfabetos económicos porque no se entrenan. Y claro, pasa lo que pasa. Por lo tanto, navegamos -zozobramos- en plena tormenta perfecta sobre un mar de excepcionalidad financiera, sin ni siquiera haber ordenado activar el protocolo de emergencia, que para eso está. Es lo que tiene una tripulación inconsciente y de nula formación marinera.

Los Sindicatos han sido históricamente muy necesarios. Han defendido, como su propio nombre indica, a la clase trabajadora desde después del inicio de la revolución industrial. Ya en 1824 Inglaterra reconoció una unión sindical como precursora del derecho sindical. Y el mundo laboral sería hoy mucho peor sin su lucha para conseguir un mayor bienestar de la clase obrera (que se ha venido convirtiendo en la imprescindible clase media a lo largo de generaciones de bonanza y crecimiento), moderando los beneficios de la patronal. Pero precisamente ahí está la clave: Su lucha pierde todo el sentido cuando no existen beneficios patronales que moderar. Y en la actualidad el tejido empresarial de la periferia europea, en definitiva la economía de estos países, pasa por un estado de colapso excepcional. Jamás los PIGS habían tenido las manos atadas para determinar su política monetaria; jamás sus economías habían tenido que sufrir una divisa cara que asfixiase letalmente la competitividad empresarial; jamás habían tenido un sistema financiero (bancario) tan insolvente y apalancado; jamás esos Estados habían estado tan endeudados; jamás dichos países habían sido tan incapaces de mantener el gasto público (aunque sea a base de más deuda), porque ante su insolvencia manifiesta los mercados les dan la espalda; jamás una crisis económica había destruído tantos puestos de trabajo; jamás el bienestar futuro de los hijos había sido menor que el actual de los padres; y podríamos seguir con una larga lista de ejemplos de nuestra situación extrema y excepcional.

Los que me conocéis sabéis bien que no soy amante de los recortes de derechos ni de las regulaciones y prohibiciones autoritarias. Pero tal y como está nuestra economía -y la de Grecia, Portugal, Italia, etc.-, no nos podemos permitir acciones sindicales que atíen el fuego de las protestas sociales. Bastante tiene ya la sociedad con afrontar la miseria que está ya llamando a su puerta, como para que encima le hagan creer que su bienestar se lo está negando la patronal o el Gobierno, y que puede recuperarlo si sale a la calle. Nos hacemos un flaco favor si no concienciamos a la sociedad de que esta vez no se trata de un injusto reparto de la riqueza, sino de una disminución excepcional y generalizada de ésta.

El escenario actual no es el de la opresión de la clase trabajadora a costa de unos beneficios patronales exacerbados. El escenario al que nos enfrentamos no tiene un enemigo rico, como antaño, al que presionar para que reparta sus bienes de forma más justa. Y pot tanto el escenario actual no se resuelve con más decibelios de protesta y menos productividad. El enemigo contra el que luchar es la crisis económica. Un enemigo que está dejando en la calle a la clase trabajadora, incluída la multitudinaria clase media que tantos años ha costado crear, y que tan necesaria es para el Bienestar del Estado. Pero también está afectando muchísimo a la patronal, no dejándola en la calle, sino destruyendo sus empresas y su capacidad de generar empleo y riqueza para la sociedad. Este enemigo llamado Crisis Económica, que se ensaña con el acomodado mundo desarrollado y especialmente con los más débiles de la camada, está destruyendo nuestro tejido empresarial -la base de la bonanza económica- con una virulencia jamás vista en tiempos de paz. Y además nos enfrentamos a dicho enemigo handicapados por haber cedido nuestra capacidad de decidir la política monetaria. Porque las armas que tenemos nos las prestan nuestros vecinos que están en mejor situación económica (Alemania), y por tanto no se adaptan a nuestras necesidades bélicas sino a las suyas.

Si la clase política -los gobiernos- hubieran tenido una formación financiera y económica de la que carecen escandalosamente, las decisiones se habrían tomado en una mejor dirección y mucho antes. Ha costado un tiempo precioso sustituir a Berlusconi por un gobierno tecnócrata, que no es otra cosa que un eufemismo de gobierno con conocimientos de Economía. Y lamentablemente es tan sólo una excepción entre el resto de la periferia, gobernada aún por políticos. Si los gobernantes fuesen financieramente competentes habrían asumido más y mejor que la situación por la que atraviesa la periferia de la Eurozona es absolutamente excepcional. Y como tal, necesita medidas excepcionales, que para eso están.

Es de vital importancia que los sindicatos sean capaces de ver la realidad económica. Ante una situación tan excepcional, deben emplear su influencia para concienciar a la sociedad trabajadora de que hay que unirse con el enemigo tradicional para hacer frente a un nuevo y temible enemigo común: La crisis económica y financiera. Una crisis que es global, pero que se ensaña especialmente con la periferia europea, debido a circunstancias que todos conocemos. Pero si los líderes sindicales, paradójicamente sin formación económica ninguna, no son capaces de comprender la magnitud del problema, y de asumir su deber como lobby de la clase trabajadora, los Gobiernos deben apartarlos temporal y excepcionalmente. Si los sindicatos siguen anclados en su lucha contra los abusos empresariales en el escenario actual significa que no han comprendido nada. Y no sólo eso, sino que además sus acciones son extremadamente nocivas para las posibilidades de recuperación de la Economía.

Esta crisis no se capea con la huelga general del 29M (29 Marzo) ni con protestas contra la reforma laboral. La única forma de salir con vida es a base de sacrificios que nuestra generación jamás ha conocido. Desgraciadamente el Estado del Bienestar es historia. Los derechos sociales con los que hemos vivido los últimos años de bonanza económica, tienen un precio que hoy ya no nos podemos costear, y por tanto ya no existen para nosotros. Injusto, sí. Real, también. En el ránking de justicia y bienestar social de nuestro planeta, los países periféricos de Europa, se han caído unos cuantos puestos. Merecido o no -lo cual sería discutible-, cuanto antes tomemos conciencia de ello, antes podremos esforzarnos por trabajar y producir más por menos. Sólo así y después de muchos años de sacrificio constante y acertado, podremos volver a recuperar -quizá para nuestros hijos- el ya añorado bienestar social. Pero por el momento tenemos que lidiar con un Estado de Excepción económica. Y si los sindicatos siguen en el Matrix del Estado del Bienestar, y se empeñan en remar en dirección contraria, deberíamos apartarles de la escena pública de forma temporal y excepcional, para poder dar cuanto antes la cruda píldora roja a nuestra sociedad.

Es de necios no reconocer la necesaria y loable labor histórica de los sindicatos, en tiempos de bonanza económica, para equilibrar la justicia social. Pero en tiempos de esta crisis profunda y destrucción masiva de la riqueza, su rol, enemigos y prioridades, deben cambiar radicalmente. De lo contrario, en una triste paradoja, serán corresponsables de una mayor agonía económica y un sufrimiento social más agudo y prolongado. Y es que en el mundo actual, la ignorancia económica en tiempos de crisis es peligrosísima, tanto en la clase política como en la sociedad en general.

  1. Alguien me acusó una vez de decir que los sindicatos no eran necesarios … y es al revés, los sindicatos son fundamentales en una sociedad como la nuestra … pero no estos sindicatos.

    Necesitamos unos sindicatos que realmente protejan al trabajador, que obliguen al cumplimiento de la normativa en materia de seguridad e higiene, que controlen a las empresas y vigilen que no exista ni el dinero negro ni las horas extras camufladas … tienen tantas cosas por hacer que se dedican a hacer política barata…

    Franlodo 13/03/2012
    • Son tiempos difíciles para todos, pero en Alemania los sindicatos de los servicios públicos (Hospitales, recogedores de basura, etc.) están haciendo huelga y solicitan una subida salarial del 6,5% y un mínimo de 200 €. Yo creo que hay Sindicatos y Sindicatos, unos que son fuertes y otros que no valen tanto para defender los intereses de los trabajadores. Al menos esa es la impresión que se me queda.

      Saludos,
      Valentin

      P.S.: enlace en alemán: http://www.handelsblatt.com/politik/deutschland/o

      Valentin 13/03/2012
      • No valen tanto porque ellos no han querido. El Estado les ha dado todas las facilidades y lo único que han hecho ha sido lucha política.

        La gente no les hace ni caso por la sencilla razón que no se ven representados por sus aparatos.

        Un saludo

        Franlodo 13/03/2012
  2. El escenario futuro es el de la esclavitud de la clase trabajadora, el enemigo al que nos enfrentamos es el del privilegiado político o sindicalista, incapaz de velar por los intereses del los trabajadores, del pueblo. Lo que estas castas persiguen es perpetuarse en el poder para mayor gloria y riqueza, sin cuestionarse si las decisiones que toman se ajustan a lo que la sociedad espera de ellos. No olvidemos, que cuando ocupan un puesto en el consejo de administración de una entidad financiera, por ejemplo, con independencia de que, las retribuciones sean para ellos mismos o sus organizaciones, esperamos una actitud responsable y de respeto a la sociedad que representan. Es decir, que bendigan retribuciones obscenas de presidentes y consejeros, con dinero público, incluso después de ser recatadas. Que bendigan practicas de riesgo en créditos que alimentan peligrosas burbujas. Que bendigan la comercialización de productos financieros tóxicos entre la clientela, tipo preferentes, con malas artes incluso…
    No, no creo que nadie se preste a trabajar y producir más por menos, con la idea de mantener el injusto sistema de reparto de la miseria, además del desamparo ante el pillaje sistemático por parte de nuestra élites. Nuestra lucha es con la esperanza de ofrecer algo mejor a nuestros hijos.

    santiagon 13/03/2012
  3. […] excedente para desapalancarnos lentamente, jamás la conseguiremos sin una economía expansiva. Huelga decir (curioso término) que lo que tenemos hoy en España es precisamente todo lo contrario, o sea recesión económica de […]

    ¿Qué quieres de España, Mr. Market? 13/03/2012

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